Así como la zona donde está situada la empresa influye sobre la forma de ser de sus empleados, también la empresa puede actuar sobre el entorno mediante las acciones apropiadas (ayudas a la educación, a los disminuidos físicos y psíquicos, a las mejoras urbanas, etc.). Los valores y costumbres de la sociedad que circunda la empresa conforman sobremanera los sentimientos que tienen los empleados hacia su propio trabajo y hacia la empresa. En España, lo mismo que en el resto de los países, los valores y costumbres suelen quedar de manifiesto en la organización. En líneas generales, nos encontramos con organizaciones muy formalistas cuando se comparan con las de otros países.
Ph. E. Lppincott advierte que una de las tareas más laboriosas que puede acometer un equipo de directivos es el de cambiar la “cultura” de una empresa, ya que llevar a efecto el cambio exige un liderazgo fuerte y abierto al mismo tiempo, y que un programa de recursos humanos, para ser efectivo, ha de llegar a todos los empleados. Normalmente, cuando se habla de cambio en la organización suele identificarse tal modificación con el paso de una gestión burocrática a otra más participativa.
La participación en el cambio de la empresa es el más difícil y complicado de todos los tipos. Al igual que la participación en la solución de problemas, va muy unida al planteamiento de grupos. Como ejemplo, después de investigar las características más significativas de las empresas japonesas, William G. Ouchi llamó “empresas Z” a las compañías americanas que introdujeron sistemas de gestión similares en muchos aspectos a los de las empresas japonesas, y “empresas A” a las que adaptaron sistemas más burocráticos. La “cultura” de la empresa Z tenía un conjunto de valores, entre los que sobresalían el empleo garantizado a largo plazo, la confianza y unas estrechas relaciones personales. Ouchi propuso varias fórmulas para transformar una empresa A en otra Z, lo que suponía la implantación de estructuras, incentivos y procedimientos completamente nuevos. La transición había de hacerse con extremada cautela, Se apuntaba un periodo para las empresas grandes de dos años, desde que comenzaba el proceso hasta que se extendía a todos los trabajadores, y entre diez y quince años para que el conjunto de la organización asumiera los nuevos métodos.
Para H.A. Simon, el proceso de decisión se compone de tres etapas fundamentales: investigación, diseño y elección.
La investigación es la búsqueda en el entorno de los problemas u oportunidades que piden decisiones, el tratamiento de los datos obtenidos y el estudio de los mismos con el fin de localizar las variables relacionadas con la oportunidad o con el problema.
El diseño es generar, desarrollar y examinar posibles caminos de acción. Esta etapa necesita procedimientos para comprender bien el problema o la oportunidad, encontrar soluciones y analizarlas para ver si son factibles.
La elección es la selección de un camino determinado entre los estudiados previamente.
La decisión, por consiguiente, termina con una elección a partir de diferentes alternativas. El director de zona en una compañía de seguros puede instalar un nuevo centro de asistencia para los accidentados, bien en una población de su demarcación o en otra, pero no en las dos, ya que dispone de recursos limitados; por tanto, debe tomar una decisión eligiendo una de las dos soluciones posibles.
Las tres etapas anteriores no están aisladas, sino que son elementos de un proceso continuo. Si en la etapa de la elección se rechazan todas las alternativas disponibles puede retornarse a la de investigación para la búsqueda de más datos, o bien a la de diseño para mejorar alguno de los caminos elegidos o buscar uno nuevo.
Las decisiones programadas se toman cuando determinadas situaciones se repiten con cierta frecuencia. Por ejemplo, si queremos mantener un stock mínimo de una pieza en el almacén y pasamos el pedido cuando el stock alcanza un determinado nivel, es una decisión programada. También son decisiones programadas la elección de las rutas más económicas para el reparto de productos.
Las decisiones no programadas son las que se toman en situaciones únicas o poco definidas. Hacer una inversión fuerte para incrementar la producción, introducir un producto nuevo en el mercado o prescindir del director comercial pertenecen a este segundo tipo de decisiones. Aquí no pueden utilizarse reglas de decisión como en las decisiones programadas, necesitándose tiempo para analizar los problemas, generar alternativas y elegir la que parezca más conveniente.
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Kof decidió volver atrás y averiguar si Kif estaba dispuesto a acompañarlo. Mientras desandaba el camino, se detuvo y escribió en la pared:
"CUANTO ANTES SE OLVIDA EL QUESO VIEJO, ANTES SE ENCUENTRA EL NUEVO QUESO"
Al cabo de un rato, Kof llegó a
–"No creo que me guste ese nuevo queso. No estoy acostumbrado a él. Yo quiero que me devuelvan mi queso, y no voy a cambiar de actitud hasta que eso ocurra"–.
Kof sacudió la cabeza, decepcionado, y volvió a salir sólo.
Mientras regresaba al punto más alejado del laberinto al que había llegado, aunque echaba de menos a su amigo, le gustaba lo que iba descubriendo. Incluso antes de encontrar lo que esperaba que fuese una gran reserva de queso nuevo, si es que llegaba a encontrarla, sabía que no era sólo tener queso lo que le hacía sentirse feliz. Se sentía feliz porque no lo dominaba el miedo y porque le gustaba lo que estaba haciendo en aquellos momentos. Al darse cuenta de ello, no se sintió tan débil como cuando estaba sin queso en
"ES MÁS SEGURO BUSCAR EN EL LABERINTO
QUE QUEDARSE DE BRAZOS CRUZADOS SIN QUESO"
Kof advirtió de nuevo, como ya había hecho antes, que lo que nos da miedo nunca es tan malo como imaginamos. El miedo que dejamos crecer en nuestra mente es peor que la situación real. Había temido tanto no encontrar queso que ni siquiera se había atrevido a buscarlo. Sin embargo, desde que había empezado el recorrido había encontrado queso suficiente para sobrevivir. Esperaba encontrar más. Mirar hacia adelante era excitante.
Su antigua manera de pensar se había visto afectada por temores y preocupaciones. Antes pensaba en la posibilidad de no tener bastante queso o de que no le durase el tiempo necesario. Solía pensar más en lo que podía ir mal que en lo que podía ir bien. Pero eso había cambiado desde que dejó
Cuando advirtió que su sistema de creencias había cambiado, hizo una pausa para escribir en la pared:
"LAS VIEJAS CREENCIAS NO CONDUCEN AL NUEVO QUESO"
Kof todavía no había encontrado nada de queso, pero mientras corría por el laberinto pensó en lo que había aprendido hasta entonces. Advirtió que las nuevas creencias estimulaban conductas nuevas. Se estaba comportando de manera muy distinta de cuando volvía día tras día a la misma Central Quesera vacía. Supo que, al cambiar de creencias, había cambiado de forma de actuar. Todo dependía de lo que decidiera creer. Escribió de nuevo en la pared:
"CUANDO VES QUE PUEDES ENCONTRAR NUEVO QUESO Y DISFRUTAR DE EL,
CAMBIAS DE TRAYECTORIA"
Kof supo que si hubiera aceptado antes el cambio y hubiese salido enseguida de
Hizo acopio de fuerzas y decidió explorar las zonas más desconocidas del laberinto. Encontró pedazos de queso aquí y allá, y recuperó el ánimo y la confianza en sí mismo. Mientras pensaba en el camino que llevaba recorrido desde que había salido de
"NOTAR ENSEGUIDA LOS PEQUEÑOS CAMBIOS AYUDA A ADAPTARSE
A LOS CAMBIOS MÁS GRANDES QUE ESTÁN POR LLEGAR"
En esos momentos, Kof ya se había liberado del pasado y se estaba adaptando al futuro. Avanzó por el laberinto con más energía y a mayor velocidad. Y al poco, lo que estaba esperando ocurrió.
Cuando ya le parecía que llevaba toda la vida en el laberinto, su viaje (o al menos aquella parte del viaje) terminó rápida y felizmente: ¡Encontró un nuevo queso en
Al entrar, se quedó pasmado por lo que vio. Había las montañas más grandes de queso que hubiera visto jamás. No los reconoció todos, ya que algunos eran totalmente nuevos para él. Por unos momentos se preguntó si todo aquello era real o sólo producto de su imaginación. pero entonces vio a Oli y Corri. Oli le dió la bienvenida con un movimiento de cabeza y Corri lo saludó con la pata. Sus abultadas barriguitas indicaban que llevaban allí mucho tiempo.
Kof les devolvió el saludo y enseguida se puso a probar sus quesos favoritos. Se quitó las zapatillas y el chándal y lo dobló cuidadosamente, dejándolo a su lado por si lo necesitaba de nuevo. Cuando hubo comido hasta la saciedad cogió un pedazo del nuevo queso y lo alzó hacia arriba en señal de brindis:
–"¡Por el cambio!"– exclamó.
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