"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"

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gidval@gmail.com - (Valencia, España)

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sábado, 20 de marzo de 2010

Punto y aparte.

Resulta que las cosas no suelen salir como uno quiere. Cuando se decide un proceso de cambio es necesario que la gran mayoría de los elementos afectos “colaboren”… pero no siempre es así. Y es que por mucho que nosotros formemos nuestros planteamientos, no somos dueños de la situación. Porque hasta el más mínimo detalle puede ralentizar o, lo que es peor, modificar el rumbo –y sobre todo la cadencia- de esos planteamientos. Y es entonces cuando se presenta en escena el momento de duda, de zozobra, aquel que te coloca en la tesitura de mantenerte firme, posponer o abandonar.

Hace ya bastantes días que no escribo un artículo. Y vaya por delante que tengo que agradecer su interés a aquellas personas que por correo electrónico o mediante el mismo blog me han preguntado la razón de mi ostracismo. Gracias. Muy sinceras gracias, porque me siento apreciado.
Bien, resulta –decía- que las cosas no salen siempre como uno quiere. Y en casa del herrero, cuchillo de palo. Digo esto porque en la línea de lo escrito hasta la fecha debería parecer que alguien que se ha dedicado a las gestiones comerciales en todos los niveles debería tener un criterio a prueba de bomba, sin dejarse influenciar por las circunstancias. Pues no, mire usted: va a ser que no. Que las cosas, cuando no salen una y otra vez, afectan porque uno no es de piedra. Pero la verdad es que cuando se echa un vistazo alrededor, no puede quejarse en demasía.

¿La fórmula para sobreponerse a las circunstancias? Bueno, no se me ocurre otra cosa que la propia valía. Intrínsecamente, queda entendido, porque dejo de lado aspectos como la familia, los amigos, las aficiones… Porque el hecho de que a pesar de que se pongan los esfuerzos, acciones y buena voluntad no se tenga el resultado esperado, no implica que la persona carezca de valor para lograr objetivos. ¿No llegan? Quizá la estrategia no ha sido la adecuada y hay que modificarla amoldándola al presente.

No sé si podré mantenerme en esta línea, pero he decidido dedicar el cien por cien de mis esfuerzos al mundo del doblaje y la locución. ¿Las ventas? Quizá algunas gestiones dentro de ese campo especial, pero ya no en el mundo de los productos y servicios industriales. La comunicación y el cine-dvd serán ahora los terrenos por los que deambule, de modo que ya pensaré qué nuevo nombre y contenidos asigno al blog. Aprovecho ahora para decir a los amigos de Cloud Consulting que dado que mi temática quizá ya no sea de utilidad (no creo que se necesite asesoramiento en eso de las locuciones publicitarias porque ese es un trabajo de terceras personas y subjetivo como pocos) presentaré discretamente mi baja agradeciendo muchísimo el interés que han prestado en mi participación. Muchas gracias también a ellos.

Todavía no soy bueno y tengo un book pobre. Cuatro reportajes y siete u ocho cuñas, una decena de takes en tres películas y poco más. Y encima, muchas de esas realizaciones han sido condicionadas a estilos que ni a mí me gustan, pero no lo considero un inconveniente. Lo bueno de esto es que me permite analizar casi inmediatamente lo erróneo. Por otro lado, cuando ya no hay remedio porque el cliente condicionó y aceptó el estilo y el trabajo, también puedo repasar y analizar las cosas que deben corregirse en el futuro. Soy persona autocrítica sin ánimo de pasarme de la raya y tengo la suerte –por el momento- de poder esperar un poco más. Pero si no dedico más tiempo a prepararme, no conseguiré llegar al nivel que yo quiero hasta que mis hijos no terminen la mili (y como la quitaron, por eso mismo lo digo). Además, ¡qué les voy a decir!: tal como están los tiempos, no voy a perder cuentas rentables sino todo lo contrario. Entre otras cosas, a casi 30 cts/km (y eso son números reales contando amortización, gastos financieros –yo no he pagado nunca un coche a tocateja- reparaciones, ruedas, seguros, impuestos, combustible…) mas alojamiento y dietas, salir a visitar cuesta una auténtica fortuna. Y ante la tesitura de apretar el acelerador o modificar el rumbo, he optado por la segunda.

Como no me puedo dormir en los laureles, la decisión no podía demorarla demasiado. ¿Qué sentido tenía? Aunque ciertamente, tampoco ha costado mucho: la mayoría de ustedes sabe que me iba encaminando de una forma cada vez más directa. Y como creo no ser persona de soberbia y excesivo orgullo, aprovecho para decirle a todo aquel que pueda sugerirme ideas y críticas (que son bien recibidas) que le estaré muy agradecido. En esta vida, uno no depende exclusivamente de sí mismo.

Bueno, la verdad es que ya estoy agradecido a todos aquellos que en esta página me han atendido. Un sincero abrazo, amigo/a.

martes, 2 de marzo de 2010

El que no se mueve, no sale en la foto

Probablemente nuestra necesidad de mantener un status ascendente, más que lineal, provoca que nuestras aspiraciones vayan asimismo en la misma línea creciente. No sé de nadie que funcione al revés, a no ser que su desprendimiento se deba a repentinas convicciones ideológicas y siempre que en la nueva tendencia no vaya implícita la familia que sufre la ocurrencia. Haberlos, seguro que "haylos" pero yo no los conozco. Naturalmente, todo el mundo quiere crecer, situarse en mejores posiciones y gozar de una situación preferente. Quizá en muy distintos grados –porque todos somos conscientes de nuestras limitaciones- pero cuanto más seguros nos encontremos, mejor. Cierto que la altura no garantiza estabilidad y que la torta es más sonora si hay caída, pero también existen más asideros.

Lo mismo ocurre con las empresas, porque son una proyección de las personas. Con el agravante que si una empresa no quiere crecer, esa falta de empuje provocará su progresiva debilidad. Naturalmente también, no todas las empresas crecen de la misma forma pero el común denominador es la vista puesta hacia adelante y hacia arriba. Pasamos, sin embargo, por momentos en los que la mirada puede provisionalmente depositarse en los pies estancados, pero firmes: no crezco, pero lo que ahora me preocupa es no caer. ¿Acertada estrategia? Depende del entorno. En aquellos mercados masivos en los que la competencia es férrea y dinámica jugamos con un riesgo alto. Y puede parecer que no, pero muchas empresas habrá que se decidan por el inmovilismo. 

Claro que es momento de recoger velas pero eso no significa detener el barco. Precisamente hoy es necesario analizar datos, estar ojo avizor, no perder la vista del mercado y de los clientes, escudriñar nuevas alternativas, barajar nuevas estrategias... ¡moverse! Con prudencia y previsión porque el mercado está herido y puede darte un zarpazo mortal (vía impago, por ejemplo) pero no está muerto del todo y siempre hay quien aprovecha bien el ritmo de sus latidos amoldándose al compás.

Adaptarse a una circunstancia nueva no es fácil. Se necesita modificar costumbres, previsiones, estructura e incluso cultura de empresa. Hace un par de años todavía habían muchos lugares en los que la palabra "precio" no quería ni oírse porque los referentes válidos eran la calidad y el servicio (además del prestigio, posicionamiento, fondo de comercio o como queramos llamarlo). Pero pocas empresas hay que no tengan hoy en día que revisar sus precios constantemente porque aunque –como Josep dice- el dumping es malo, la realidad nos dice que es inevitable razonar en su contra. Y yo no sé si estoloarreglamosentretodospuntoorg pero lo que está claro es que cada cual defiende sus cacaos con uñas y dientes y por lo tanto, al contrario de lo que decía aquel, el que no se mueve no sale en la foto. Es más, ya podemos ir encargando al marmolista su lápida.

Es cierto que este mensaje lo hemos repetido muchas veces: lucha contra el desánimo, búsqueda de nuevas fórmulas, capacidad de invención, motivación de equipos comerciales (ahí te quiero ver, porque es ahora cuando verdaderamente hace falta)... Si de las pocas veces que se ha asomado por aquí coincide una de ellas con este artículo, me doy por satisfecho –él ya sabe que tiene especialmente una dedicatoria con su nombre-.
El hombre es un animal de costumbres pero estas también están para romperse, sobre todo usando la imaginación. Por desgracia, hay situaciones en las que no hace falta mucha para llegar a la conclusión de que no bastan las medidas de recurso y hay que poner a funcionar la capacidad de invención. 
Eso, y ser valiente para poner iniciativas en juego.