No llores si me amas...
Si conocieras el don de Dios
y lo que es el Cielo...
Si pudieras oír el cántico de los ángeles
y verme en medio de ellos...
Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos
los horizontes, los campos
y los nuevos senderos que atravieso...
Si por un instante pudieras contemplar como yo
la Belleza ante la cual las bellezas palidecen...
¡Cómo!: tú que me has visto,
que me has amado en el país de las sombras,
¿ahora no te resignas a verme y amarme
en el país de las inmutables realidades?
Créeme: cuando la muerte venga
a romper las ligaduras
como ya ha roto
las que a mí me encadenaban;
cuando llegue el día
que Dios ha fijado y conoce,
y tu alma venga al Cielo
en el que te ha precedido la mía...
¡ese día volverás a verme!
Sentirás que te sigo amando, que te amé,
y encontrarás mi corazón
con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme
en transfiguración, en éxtasis feliz.
Pero ya no esperando la muerte
sino avanzando conmigo,
y te llevaré de la mano
por los senderos nuevos de luz y vida.
por los senderos nuevos de luz y vida.
¡Enjuga tu llanto y no llores si me amas!
San Agustín Numidia- África 354-43