"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"

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gidval@gmail.com - (Valencia, España)

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viernes, 16 de octubre de 2009

Perseverar o... ¿morir?



Como me dio por asomar la nariz por los mundos del doblaje y la locución, me hice con un libro de una antigua editorial que reproducía guiones de películas (quizá pretendiendo emular a Constantino Romero doblando a Clint Eastwood en “Sin perdón”…  pero eso es como decir que pretendo emular a Fernando Alonso en su “Rinol Erre 29” si me subo a un kart). Un periodista norteamericano entrevistaba a David Webb, guionista del film. Este hablaba de momentos difíciles a la hora de escribir un guión.

P- ¿Cuáles son esos momentos difíciles?
R- En casi todos los guiones que he escrito -y creo que son unos 25- cuando llego hacia la mitad me parece que es un desastre y que nunca debería haber empezado, que debía estar haciendo otra cosa, que he cometido un tremendo error y que es horrible. Pero por supuesto, lo que acabas aprendiendo es: primero, que tienes que acabarlo, que no puedes abandonar; y segundo, que no estás en condiciones de juzgarlo. Desgraciadamente, a veces tienes razón y el guión es una mierda. Pero también es verdad que a veces no es una mierda y no hay manera de distinguirlo, así que se trata de un proceso muy difícil. Por esa razón tengo que escribir muy deprisa, o por lo menos escribía muy deprisa cuando no cobraba, porque tendía a perder la confianza y la fe en lo que estaba haciendo, porque hay momentos de enorme desesperación (…). Aún me pasa. Cuando empiezas, siempre estás emocionado y animado y aún no ves los problemas. Pero luego te vas acercando a la mitad y todo se convierte en una pesadilla. Y luego, cuando vas llegando al final no es que pienses necesariamente que es un buen guión, pero al menos piensas que ya lo vas a acabar y sacas un poco de energía de esa idea, de que al menos habrá una pila de folios terminada. Y puedes decir “escalé esta montaña”, aunque luego sólo haya un McDonald’s en la cima. Por eso es acongojante y difícil, y eso es lo que diferencia a la gente que escribe guiones de la gente que no los escribe. Tienes que atravesar ese valle de la forma que sea.


¡Ah, la tentación del abandono! El reto que tenemos por delante es firme y nos parece “indesgastable”. La comodidad o el miedo, el cansancio o las ganas de relax… No saber realmente si el proyecto alcanzará el fin que deseamos o, lo que es peor, podemos tener el temor de quedarnos nosotros mismos en el camino. ¿Qué imagen proyectaríamos entonces? ¿Cómo llegaría a afectarnos la derrota? ¿No será más seguro claudicar a tiempo? A veces parece que la perseverancia está sobrevalorada (¡Adelante, adelante, adelante…!) pero he leído que rendirse también es algo lleno de valor. Hacerlo en un momento correcto, conservando la dignidad y sabiendo obtener un aprendizaje de la batalla perdida puede hacer que rendirse sea un arte.

Sun-Tzu, en su apartado “Variación de Estrategias”, dice que “hay caminos que no se deben seguir, ejércitos a los que no se debe atacar, ciudades que no se deben asediar, posiciones que no se deben conquistar, órdenes del soberano que no se tienen que obedecer. 
Pero por otro lado, Og Mandino nos anima a perseverar: “Persistiré con la convicción de que cada vez que fracase en una venta, aumentarán las posibilidades de éxito en la tentativa siguiente. Toda vez que escuche un no, me aproximará al sonido de un sí. Toda vez que me encuentre con una mirada de desaprobación recordaré que sólo me prepara para la sonrisa que hallaré después. Cada desventura que me sobrevenga contendrá en sí la semilla de la buena suerte del mañana. Debo contemplar la noche para apreciar el día. Debo fracasar con frecuencia para tener éxito una vez. Persistiré hasta alcanzar el éxito”.

La autoconvicción debe ser medida. Si nuestras posibilidades están ahí, si ciertamente nuestras opciones nos presentan una posibilidad racional de éxito (y no me refiero necesariamente al 100% de los objetivos), la perseverancia es la opción de casi todas las opciones. Y digo en casi todas, porque existe también una perseverancia cerril, un empecinamiento que abandonas una vez te das cuenta que has sobrepasado la línea de la dignidad (o digamos mejor del equilibrio). Dicen que en la vida has de caer para formar tu carácter, para seguir aprendiendo, para encontrar tu propia medida de las cosas. Sí, es bueno conocernos –es fundamental- porque en la vida tenemos que saber en qué plazas toreamos y en cuáles no vamos a hacerlo. Pero también hay que ser conscientes de que la perseverancia indiscriminada nos puede fundir el juicio, la capacidad de medir.

En el mundo de las ventas, la perseverancia es una máxima. Su propia obviedad la ha “vaciado” en la mención de los requisitos en un representante comercial, porque es uno de los motores fundamentales en esta profesión. Y en mi faceta de director de ventas, en más de una ocasión me he encontrado con la intención de un representante de demostrarme su perseverancia. Lo que ocurre es que la perseverancia es una virtud, y como buena virtud yo la considero como una de las grandes cualidades de las tres “s”: sencilla, sincera y silenciosa. Por eso, cuando uno persevera correctamente lo hace poniendo la vista no en su jefe, ni en el trabajo, ni en la sociedad porque todo esto confunde nuestra capacidad de autoanálisis. Lo hace por sí mismo. Pensar en los demás es un recurso, una motivación, una razón que le lleva a aspirar la consecución del objetivo.

Por eso, venda. Venda para lo que necesite: para pagar sus deudas, para obtener el reconocimiento de su jefe o sus compañeros, para irse de viaje con su mujer y sus hijos… Pero persevere (si cree que debe hacerlo y se dan las circunstancias apropiadas) para incrementar sus buenos hábitos como persona y perfeccionar su habilidad como profesional. Eso le pertenece exclusivamente a usted y por eso el beneficio de la perseverancia es sólo suyo. Las comisiones serán la consecuencia externa, pero eso es otra cosa.

8 comentarios:

  1. Gracias, Germán. Aunque también me dedico a la venta, donde últimamente estoy teniendo las emociones y tentaciones de Webb es en mi trabajo en blog y algunas redes sociales.

    Casualmente hoy me estaba sintiendo algo así y andaba planificando los lugares de donde me iba a retirar... pero después de leerte tengo para una temporada más de resistencia.

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  2. Hola, Alberto:
    bueno, si te sirve de consuelo, te diré que yo también me he planteado prescindir de la participación en el blog. Y para muestra un botón: no son muchos los que co-participan en esta página, por lo que en ocasiones me planteo si me vale la pena emplear tiempo en pensar y redactar nuevos temas. Pero por otro lado, eso es condicionarme a las decisiones de los demás. No soy ningún experto en ningún tema. No soy un gran redactor. Incluso, no estructuro bien los artículos, porque quizá no los hago "participativos". Pero sé que si abandono limitaré mi posibilidad de ampliar conocimientos, de mejorar mis redacciones y de saber estructurar. Por lo tanto, continúo. Y continúo porque escribir me ayuda (así como leeros a vosotros y comentar en vuestros artículos) a adquirir hábitos y "entrenar" mi perseverancia en asuntos que no domino y de los que sé que extraigo algo bueno.
    ¿Te das cuenta? Sin pretenderlo, también tú te has convertido en un punto de apoyo.
    Gracias a ti.
    Buen fin de semana, Alberto.

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  3. Hola Germán:

    Perseverar es importante , aunque sólo sea para saber si uno es capaz de conseguir las cosas. No hablo de perseverar por perseverar sino hacerlo por convencimiento, por satisfacción personal. También hacerlo por necesidad. De acuerdo con Sun Tzu, hay que calibrar muy bien, ya se trate de ventas o cualquier otra cosa. No se trata de drase con un muro o y ir a una segura derrota.

    Buen fin de semana

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  4. Hola, Fernando:
    Así es. La perseverancia también constituye un indicador propio, siempre que esté bien orientado. La correcta clasificación de nuestra medida de capacidad debe ir en relación con el interés aquellos temas en los que decidimos perseverar. De no ser así, podemos llegar incluso a infravalorarnos.
    Un abrazo, Fernando.

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  5. Hola Germán:
    Vaya, voy con un poco de retraso en la lectura de post (no sólo tuyos) y me encuentro con esta reflexión que todo bloguero se ha hecho unas cuantas veces en la vida. Perseverar cuando uno tiene claras las reglas del medio en el que se desenvuelve es una superación constante. Dejar de perseverar y hasta abandonar que parecería a veces lo más sencillo de hacer, me da que exige resolver por lo menos el mismo número de preguntas que lo contrario, así que si el balance no es muy claro, en mi opinión siempre es mejor perseverar.
    Un abrazo y muchos ánimos.

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  6. A pesar de esos terrores en el medio camino de una creación, debe haber una gran sensacion cuando se termina.
    Perseverancia, tiene buena prensa la palabra, aunque como bien dices tiene un lado oscuro.

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  7. Hola, Josep:
    ¡Claro! ¿Qué te creías? Nos colocas en el campo de las disonancias con bomberos borrachos (je,je, eso va por el amigo Gabi), te marchas de fin de semana dejándonos la patata caliente, te encuentras a la vuelta con una página llena de comentarios con especulaciones por doquier, te partes -nos partimos- de risa con nuestras deducciones analíticas profundas y luego, habiendo metido ese pastel en juego, responde entonces a cada una de las trescientas cuarenta y siete opiniones que recibes. Y así pasa lo que pasa (-"Venga, a la cama, Josep, que mañana no va a haber quien te levante"- tiene que instigar tu cabal señora). Y mira, ahí tienes el ejemplo de lo que tú mismo concluyes: perseverar hasta contestar, tanto a propios (en La Inteligencia de las Emociones) como a ajenos.
    Un abrazo y muchas gracias, Josep.

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  8. Hola, Gabi:
    ¿Te cuento una historia? Hubo un tío que se planteó tirar la toalla en esto de los blogs aunque tenía más de trescientas visitas diarias. Y aunque cambió el formato de aquel primer blog decidió perseverar en su participación por la red, venciendo el "lado oscuro" de su primera etapa (no es que fuera oscuro, pero había que replantear su orientación). Cuando colocó sus redacciones en la senda que deseaba, aquella que consideraba más conveniente, debió tener -como apuntas en tu comentario- una gran sensación.
    Gracias de nuevo por pasar, Gabi.
    Un abrazo.

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