"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"

"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"
gidval@gmail.com - (Valencia, España)

TRANSLATE THIS PAGE and leave us a comment (if you want to), even in any other language. thanks.

viernes, 23 de octubre de 2009

La felicidad no depende de la realidad


El pasado miércoles tuve el placer de asistir a la conferencia, organizada por el Foro de Encuentro del IESE en Valencia, del doctor Enrique Rojas. El título de la conferencia me llamó la atención (“Una teoría de la felicidad”) y, como ya se sospechaba, no contaba con recetas mágicas. Entre otras cosas, porque el Dr. Rojas vive muchas y muy variadas experiencias de forma muy cercana. Por lo tanto, este señor tiene los pies en el suelo.

La frase que más me llamó la atención fue la que titula el artículo: la felicidad no depende de la realidad. En un primer momento, la sentencia me dejó algo perplejo  (¿cómo que no?)  pero tiene su sentido, y mucho. Citó a algunos autores que testimoniaban esta afirmación con hechos (Viktor Frankl, Tomás Moro, van Thuan) pero, sin engolarse en disertaciones históricas, pasó a centrarse en el área de la cotidianeidad que envuelve su trabajo y sus estudios.

Básicamente, la felicidad viene condicionada por dos grandes bloques: una personalidad equilibrada (que viene a su vez condicionada por la herencia, por el ambiente y por la madurez) y un proyecto de vida estructurado (en las áreas amor, trabajo y cultura). No voy a desarrollar aquí lo que fue una conferencia de algo más de una hora de duración, pero me gustaría detenerme en dos de los aspectos que el Dr. Rojas consideró como fundamentales.

Primero, esa madurez de la personalidad. Un modelo de identidad “sano” y maduro ha recibido, por parte de este catedrático, tres acepciones: el modelo profesor, que puede identificarse con la enseñanza reglada (información), el modelo maestro en el cual la enseñanza sería extraordinaria (traslación) y el modelo testigo, el súmmum de la enseñanza, el más perfecto modelo, el que enseña por medio de la coherencia y el ejemplo en los actos cotidianos –y no cotidianos- de la vida (acción). Este último es, por supuesto, el modelo de madurez por excelencia. Y como síntomas visibles de la madurez, la voluntad (determinación, firmeza, lucha por objetivos) y la capacidad de autosuperación (en los micro y macro traumas), síntomas que son considerados mucho más importantes que la misma inteligencia en la aspiración a la felicidad.

El segundo aspecto destacado, tras la madurez de la personalidad, es el proyecto de vida basado –como antes he mencionado- en el amor, el trabajo y la cultura. El amor (a la persona, a la idea, a la espiritualidad) es la participación conjunta en un proyecto. Aplicados con constancia a la tarea y siempre con el cuidado de lo pequeño, el amor (“obra de artesanía psicológica”, lo llamó) siempre da sus frutos. El trabajo, entendido este como “ocupación” y no como empleo, es una dedicación bien hecha y el indicador clave a esto último es sentirse satisfecho en conciencia con uno mismo al terminar la jornada. Y en cuanto a la cultura, en este apartado debe entenderse como la capacidad para ir a contracorriente, no considerando la verdad como “simple acuerdo de consenso” (yo lo llamaría el espíritu borreguil) sino como evidencia reflexiva de la realidad.

Como en otras conferencias, el Dr. Rojas terminó con un proverbio de Lao-Tsé, un sofista intelectual del S. VI a.C.: “El que conoce lo exterior es erudito; el que se conoce a sí mismo es sabio; el que conquista a los demás es poderoso; y el que se conquista a sí mismo es invencible” (y qué razón tenía el chino, ¿verdad?).

Creo que un directivo debe ser algo más que un empleado de alta jerarquía. Si una empresa quiere orientarse verdaderamente a las personas, el directivo debería disponer de esa personalidad equilibrada y, sobre todo, hacerse eco del mencionado modelo testigo. Entonces, cuando vienen “dobladas” es cuando se hace patente que, efectivamente, la felicidad (entendámosla en una empresa como calidad del trabajo + clima laboral) no depende de la realidad, y debido no a una implantación de un relativismo interesado sino al predominio ejemplarizante de valores. Esas sí que son empresas que se orientan a las personas y no porque lo dice su declaración de intenciones (qué ridículo me ha parecido siempre ver ese cuadrito colgado en algunas empresas) sino porque disponen de líderes que se salen del montón o, dicho de otro modo, que son extra-ordinarios.

14 comentarios:

  1. Esos cuadritos colgados me parece que estan repletos de obviedades... ¿no?
    Ahora mismo estoy viendo uno!
    :S

    ;)

    Buen fin de semana.

    ResponderEliminar
  2. Hola Germán:

    Reconozco que al empezar a leer tu post no capté la relación entre la felicidad y la empresa, pero al final, las cosas me han cuadrado, o eso creo.
    Una empresa "feliz" se forja con la suma de "equilibrio" y "proyecto estructurado". Pues mira,como la vida misma.
    Aquella persona que mantiene un equilibrio, es consecuente, tiene voluntad y ánimos para seguir por la senda correcta, alcanza la madurez de manera sana. Y si lo aplica a su proyecto de vida, aunque en algunos momentos se las pinten calvas, saldrá adelante.
    Como cabeza de familia (es mi empresa), necesito mantener el equilibrio y la solidez de mi proyecto.
    Como empleada de una empresa, también espero que el "cabeza de familia" haga lo propio. Jamás he necesitado más a un jefe que cuando las cosas se ponen oscuras y ahí es donde tiene mostrar sus aptitudes y actitudes. De nada me sirve que pierda los nervios, que grite, se descomponga, porque esa falta de coherencia no me ayuda en nada. Cuando las cosas van bien, todo marcha sobre ruedas, pero si van mal, ahí es donde hay que dar el Do de pecho.
    Y es que una empresa "feliz" es como una orquesta sinfónica, con músicos de viento, percusión y cuerdas y, a veces, hasta coro. Aunque todos sean distintos, si tocan al unísono, con la misma partitura y bajo el mando de un buen director, la ejecución de la obra será brillante. Pero como le de por mover la batuta sin "orden ni concierto", cambiando el allegro por adagio sin venir a cuento, eso no hay quien lo escuche.

    Buen fin de semana, Germán.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. "El que se conquista a sí mismo es invencible”
    Desde luego que la felicidad no depende de la realidad. Viendo lo que estamos viviendo en estos momentos no es para echar las campanas al vuelo. La felicidad es una conquista interior. Las empresas estan formadas por seres humanos y eso de tocar al únisono seguro que siempre habrá alguno o algunos que desafinen pero no por eso va a dejar de ser feliz si está consolidada y construida sobre basas justas. Feliz fin de semana

    ResponderEliminar
  4. Hola, Gabi:
    no te atragantes. Aunque hayas gestionado tú lo que finalmente dice Bureau Veritas en su certificado, el cuadrito está para los demás. Si algún despistado pregunta que para qué es eso, le entras con el modelo EFQM y se quedará convencido. Pero la cuestión es que queden realmente convencidos los de dentro. Para eso, en realidad no hacen falta cuadritos.
    Un abrazo, Gabi.

    ResponderEliminar
  5. Hola, María:
    no sé de quién he leído aquello de que "si encima aparece el jefe diciéndonos que vaya marrón nos ha caído, ya la hemos liado", je, je. Como cabeza de tu microempresa adivino (sólo basta leerte) que tienes sobrada experiencia en la gestión y dirección, con o sin vientos. En las empresas mercantiles... ya es algo más complicado. Hace falta ser gente ordenada, fuerte y sana (que la hay, sin duda alguna).
    Gracias como siempre, María.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Hola, Katy:
    menuda sentencia, que además encierra muchas cosas, ¿verdad? Yo sé que tú sabes que hay muchas conquistas, de fuera y de dentro, y que estas últimas son más duraderas que las primeras.
    Sobre las empresas, también es cierto que existe un elemento que debemos emplear: la comprensión. También este es un valor que se olvida en ocasiones, y es que al fin y al cabo somos humanos.
    Desde aquí te sigo dando las gracias, Katy.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Germán, sin duda alguna, por éso no soy jefa...aún (nunca se sabe), porque hay ciertas cosas para las que, no es que crea, es que sé que no estoy preparada. Ahora, que vea las cosas desde abajo no le resta credibilidad a lo que veo.
    Lo del "marrón" no es inventado, ni sacado de ninguna novela, es tan verídico como aplastante. Y si encima he encontrado estos blogs tan ilustrativos sobre la gestión, la motivación, etc. que no hacen más que darle fundamento a algunas cosas que ya pensaba a modo "autodidacta", pues fíjate, mucho mejor veo esas cosas que no están bien hechas y que podrían mejorarse para el bien de todos, aunque solo fuera un granito de arena en un desierto. Y soy muy realista, porque aunque conozca el "error" no puedo hacer nada para subsanarlo, no me toca, no llego, no tengo voz, ni voto y, encima, soy muy respetuosa con la jerarquía y sé donde está mi lugar. Sólo puedo mantener mi "rinconcito zen", poner un smiley desde la mañana y practicar la "automotivación", para que cuando me digan es "un marrón", yo pueda verlo como "un reto", una ilusión, un "yes, i can".
    Soy la que toca el triángulo en mi orquesta, pero pongo todo mi empeño en ser buena, tocar bien y seguir aprendiendo, porque en la sinfonía hay una partitura para mí y sin mi triángulo no sonaría igual, le faltaría el "tín, tín". Nunca haré un solo de triángulo, pero igualmente soy músico y sé leer pentagramas y a veces veo que la batuta no está marcando lo que debería, pero...solo puedo hacer "tín, tín".
    Aclaro que lo de la orquesta es una metáfora, eh?, no vaya a ser que alguién se piense que toco el triángulo de verdad y me pida consejo, jajaja.
    Un saludo, Germán.

    ResponderEliminar
  8. ¡Ay, ay, sufrida mujer...! (ja, ja).
    No, en serio, tienes razón. De momento, tu aporte es ese de "if you can, do it" y seguramente es de esas patas que, como fallen, el traspiés es de cuidado. Te comprendo, porque aunque piense que ya cuentas con el orden, el tesón y la reafirmación en tu responsabilidad esos "marroncillos" hay que vivirlos y torearlos con cierta solera, con el "smile" del que hablas. Pero no decaigas: algún día todos aprendemos. Hasta los jefes lo hacen.
    Un abrazo, María.

    ResponderEliminar
  9. Germán, no has aprendido nada...jaja, no son "marroncillos", son OPORTUNIDADES, jaja.

    Ay, dios, con jefes así, no es extraño que una se pase el día predicando en el desierto, jajaja.

    (es viernes, bueno..sábado, y ésto un poquito de cachondeo para relajarnos de la semanita)

    ResponderEliminar
  10. Ja, ja, ja... Cierto: oportunidades. También como en los manuales de venta ("una objeción es una oportunidad"). El caso es que como yo soy mi propio jefe, la ventaja que tengo es que los valores (y sus carencias, que también las tengo) no son puestos en consideración directa más que por mi propia jefa... aunque esto último no sé si es una ventaja o un inconveniente.
    Importante eso de afrontar el fin de semana con buen humor.

    ResponderEliminar
  11. Qué suerte haber podido pasar una hora con el doctor Rojas, uno de los intelectuales más valiosos de este país que, como tantos, tiene que vivir en el extranjero.
    Pero bueno, quien es capaz de recibir luz durante una hora puede convertirse en faro de por vida, así que da igual en calidad de qué (testigo, impregnado, converso o lo que sea) pero gracias por iluminarnos con tu artículo.

    ResponderEliminar
  12. Hola, Josep:
    entré como invitado curioso y salí como "conferenciado" pensativo. Además de comprobar que D. Enrique es sencillo y cercano, nos hizo gracia cómo de forma desinteresada se situó en el plano de la normalidad familiar: su hija (la notario, no la psiquiatra) le discutía un ejemplo que el doctor puso con uno de sus pacientes -que, por supuesto, mantenía en el anonimato- hasta que, de forma casi divertida, el padre tuvo que aclarar: "Hija -le dijo-, llevo más de treinta años en esto de la psiquiatría. Algo habré aprendido, ¿no crees?". Pues eso: con naturalidad, con los pies en el suelo y sin fuegos fatuos. Sí, fue una suerte.
    Un abrazo, Josep.

    ResponderEliminar
  13. Hola German:
    “La filosofía ha irrumpido con fuerza en el mundo de la empresa” dicen muchos ahora. Lo gracioso es que es un terrible error: La filosofía desde siempre ha estado presente en la vida en general (privada, pública, laboral…), quizá menos de lo deseable pero ahí está. Que no existe prácticamente línea divisoria entre esos tres mundos lo percibimos rápidamente cuando llevamos un tiempo trabajando, a nada que nos sintamos medianamente satisfechos en el trabajo. La filosofía inunda todos estos ámbitos.
    Yo haría una pequeña aportación a tu excelente entrada: que esos líderes extraordinarios intenten sembrar también fuera de sus empresas puesto que la ramplonería sigue campando a sus anchas. Y no me refiero a que den conferencias por ahí, que también. Bueno, ya sé que es mucho pedir, pero, qué narices, les necesitamos.

    ResponderEliminar
  14. Hola, Javier:
    si pudiéramos pedir, pediríamos la irrupción de la ontología en las jerarquías intermedias y superiores del mundo empresarial, pero me quedo con tu reivindicación sobre la necesidad de que las reflexiones y ejemplos de valores y virtudes sean exportados al ámbito general de la sociedad.
    Buena forma de ampliar la perspectiva, Javier.
    Gracias por tu extensión a la entrada.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar