"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"

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miércoles, 14 de octubre de 2009

Hola, Maquiavelo... ¿estás aquí?



Es cierto que ya sabemos aquello de que “el fin justifica los medios” según “El Príncipe”. En esta obra, Maquiavelo entiende –ojo que esto lo tomo de wiki- que todo Príncipe debe tener virtud y fortuna para subir al poder; virtud al tomar buenas decisiones y fortuna al tratar de conquistar un territorio, encontrándose una situación (que no fue provocada por él mismo) que lo ayude o beneficie a conquistar.

Cualquiera que se interese por la vida de Maquiavelo –dice Joep Schrijvers en “La Estrategia de la Rata”- percibirá el estado turbulento y convulso en que se encontraba Italia en aquella época. A los turistas que visitan actualmente las maravillas de la Toscana, Roma y Nápoles les resultará muy difícil creer que aquella Italia de Maquiavelo tenía cierto parecido con el Afganistán del siglo XXI. Se trataba de un país totalmente dividido, hecho trizas a causa del amargo combate entre príncipes –extranjeros y locales- y clérigos. ¿Quién tiene el control de Florencia, Milán, Roma? ¿Qué guerras se están produciendo? ¿Es cierto que se están reclutando nuevos ejércitos? ¿Ha sido depuesto en gobierno de Florencia? ¿Es verdad que los miembros de ese gobierno se han dado a la fuga? ¿Qué tipo de intervenciones extranjeras podemos esperar? ¿Francia es nuestra amiga o nuestra enemiga?... No hace falta tener mucha imaginación para darse cuenta de que los nobles, los ciudadanos y los clérigos de la zona debían estar preguntándose cosas así.

En mitad de la confusión, Maquiavelo demostró ser el hombre adecuado en el lugar adecuado en el momento adecuado. Tenía el talento de analizar ese nido de víboras, comprender las agendas ocultas de las distintas facciones, formular una hipótesis acerca de sus intenciones y trazar sus propios planes. Y en 1498, como su talento fue reconocido por los legisladores reales –y probablemente también porque se lo había montado de una manera muy inteligente-, Maquiavelo fue designado para un magnífico trabajo: secretario de la segunda cancillería de la república de Florencia, un cargo que ahora podríamos llamar secretario de estado, el cargo más alto que un funcionario de gobierno podía tener.

Maquiavelo se mantuvo en este puesto tan poderoso durante catorce años. Su trabajo consistía en proporcionar a sus superiores informes sobre el estado de las cosas dentro y en los alrededores de Florencia, aunque también tenía que asumir las labores diplomáticas. Con frecuencia era enviado en misiones de embajador a distintas cortes europeas y a los principales depósitos de armas, para juzgar si podían constituir una amenaza para Florencia. Según van Dooren, en el prólogo a una de las ediciones de El Príncipe, “Maquiavelo combinaba las cosas que ya sabía con las que escuchaba; analizaba los comentarios que se hacían y las conversaciones en las que estaba presente; trataba de penetrar el reverso psicológico y humano de los acontecimientos” . Dicho en pocas palabras, ese es el principal talento del florentino y la esencia de una rata: la habilidad a la hora de analizar los significados ocultos de las cosas.

Schrijvers destaca cuatro aspectos de Maquiavelo: el pesimismo (los hombres son desagradecidos, inconstantes, falsos, cobardes y codiciosos. Mientras triunfes, te ofrecerán su sangre cuando la necesidad permanece lejos; pero cuando esta se aproxima, se volverán contra ti), su pensamiento amoral (el Príncipe se puede ver obligado, para conservar su Estado, a actuar contra la fe, la caridad, la humanidad, la religión… Por eso necesita tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y las variaciones de la fortuna), el sentido común (a Maquiavelo no le importan las fantasías que la gente pueda tener sobre el poder, sino el poder mismo. Observa lo que la gente hace realmente en el juego político y lo transforma en una guía práctica llena de realismo y muy pegada a la tierra) y su sentido de la oportunidad (sabe que los que imponen las normas deben estar muy atentos a los caprichos del destino, de manera que puedan adaptarse a ellos cuando sea necesario: quien oriente sus acciones de acuerdo con el espíritu de los tiempos tendrá éxito, y fracasará aquel cuyas acciones no se adapten a él).

Las ventas –las empresas, en general- están llenas de Maquiavelos. Maquiavelos que no están “contaminados” por sentimientos de culpabilidad o por ese optimismo (a veces ridículo) que considera que las cosas irán mucho mejor en breve. Maquiavelos pragmáticos, Maquiavelos trepas, Maquiavelos oportunistas, Maquiavelos que hoy te sonríen y te halagan pero mañana te dan la puñalada por la espalda (¿recuerdan a Manolo, en el post anterior, ese a quien llamábamos “el número uno, tío” pero a quien dejamos de servir cuando tiene un problema de pago al atravesar un momento difícil?)… En muchas ocasiones, la empresa es un campo abonado de luchas de poder, tácticas de desgaste, operaciones encubiertas y hasta una magnífica escuela de teatro. Y las tácticas de venta entre la competencia (¿entre la competencia, digo? ¡Incluso dentro del propio departamento de la propia empresa!) son un claro exponente.

Han pasado siete siglos y eso es algo que reafirma el hecho de que la empresa está sometida a la condición humana. Por eso, el modelo de departamento de ventas que queremos, el modelo de empresa u organización que queremos (o en el actualmente nos encontramos), ¿es un modelo Maquiavelo, un modelo Gandhi o un modelo intermedio? Por tanto, ¿hasta qué punto –como aludíamos en el artículo anterior- es importante la cifra de negocio para condicionar nuestro proceder en determinados (o no tan determinados) momentos? ¿No estará Maquiavelo más cerca de lo que en realidad queremos admitir a los demás… o a nosotros mismos?

8 comentarios:

  1. Pues sí, Maquiavelo está presente y de actualidad en muchas empresas y en muchas de nuestras actuaciones.

    De hecho, convendría leerlo de vez en cuando -al igual que a otros clásicos- puesto que contienen enseñanzas que son atemporales, tanto para aplicarlas como para defendernos de ellas, en su caso.

    Un saludo
    Pablo Rodríguez

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  2. Te leo y basta mirar a los lados para que asiente en un tono absolutamente afirmativo...
    No importan los siglos, es la condición humana la que dicta las estrategias, porque hablamos de estrategias... ¿Verdad?

    ;)

    (al final no te conteste a tu pregunta respecto a mi avatar de los caracolillos pero es que... jajaja, si algún día coincidimos con el tema de Cloud...igual te lo cuento)

    :)

    Saludos.

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  3. Hola Germán:

    Me ha encantado la introducción de Maquiavelo que has hecho y el ejemplo fantástico. En muchas ocasiones, los mayores enemigos de la empresa están dentro de ella. Las luchas de poder están a la orden del día y eso se refleja en todas las áreas. En la de ventas, se dan más a menudo porque el éxito de los demás se lleva mal, Si además esto se extrapola a la competencia y las "presiones" del cliente, podriamos llegar a pensar que en realidad Maquiavelo era un bendito.

    Un saludo

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  4. Pues yo creo que Maquiavelo tiene una mala prensa inmerecida. Pensar en los términos que él lo hacía no era tanto para su supervivencia como por razones de supervivencia del estado.
    Las empresas son también pequeños o no tan pequeños estados y vemos como en ellas aparecen Maquiavelos.
    Pero cuidado, como todo en la vida y hasta para ser un gran cabronazo (lo pongo con todas las letras para que se me entienda) hay que tener gracia y salero. En caso contrario, lo que tenemos son pequeños aprendices de brujo que igual quieren hacerte una gracia y te sacan un ojo.
    Ahora que me doy cuenta todos los que hemos dejado comentarios somos "clouds", qué gracia.
    Un saludo.

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  5. Hola, Pablo:
    Sin duda, cada vez estamos más preparados para defendernos de los Maquiavelos a medida que los vamos conociendo en nuestras empresas. Como bien dices, son atemporales.
    Muchas gracias por tu comentario, Pablo.
    Un abrazo.

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  6. Hola, Gabi:
    Atemporalidad, como dice Pablo, que nos muestra que las estrategias suelen seguir los mismos modelos a lo largo de los siglos. Sólo cambian de traje o vestido.
    P.D.: No te preocupes: aunque llegue a saberlo, seguiré manteniendo el "profundo halo de misterio".
    Gracias por pasarte, Gabi.
    Un abrazo.

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  7. Hola, Fernando:
    La cuestión es ser capaces de prever sus movimientos. Sin duda, los departamentos de ventas son un magnífico escenario.
    P.D.: el artículo del mes de mayo que mencionaste es alentador. Gracias.
    Un abrazo, Fernando.

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  8. Hola, Josep:
    A mí, el lado del actual Maquiavelo que me irrita es el indivicualista, ese que trata de situarte en el punto de vista para despejar el terreno de sus propias aspiraciones. Lo malo es que estas se disfrazan en muchas ocasiones con el interés general. Y sobre esto (el supuesto interés general) otro debate muy polémico sería: ¿justifica el fin los medios?
    Gracias, como siempre, por tus valiosas aportaciones.
    Un abrazo, Josep.

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