Dice el Dr. Enrique Rojas en su estudio “Psicología de la soberbia” que esta consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo, un apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal”.
¿Qué somos en realidad sino una infinitésima medida del tiempo que conocemos? ¿Cuáles son verdaderamente los valores de los que disponemos, que puedan ser merecedores de tan altísimo grado de autoestima? ¿Cuál es esa influencia –supuesta- de nuestro paso por la vida y que parece pedirnos excelso reconocimiento y consideración? ¿Y qué es tan importante hoy que nos altere de tal manera que parezca quedar como un perpetuo estigma en nuestra existencia de mañana? ¿Tanto va a durar? Entonces, ¿por qué no tratamos de darle la vuelta a la tortilla?
Reírse de sí mismo es una clara señal de buena salud mental ya que la autenticidad, unida a la humildad, nos hace humanos porque significa aceptar con humor nuestras limitaciones. Y eso, además de muy humano, es contagioso porque cuando contemplamos esas actitudes de desarraigo al propio yo comprendemos que quien ha conseguido vivirlas sinceramente ha dejado también de ser esclavo de dos rigurosas prisiones: el orgullo y la vanidad. El primero puede ser lícito y respetable cuando emana de causas nobles. Incluso puede ser hasta justo (un buen padre, un buen cirujano, un excelente… locutor –je, je…-). Pero si no está bien gestionado, el orgullo pasa a ser una característica “reaccionaria” incapaz de afrontar con templanza un choque frontal emocional porque se soporta en la vanidad (la segunda prisión), palabreja que procede del latín vanitas y que significa falto de sustancia, hueco, sin solidez.
Y es que también dice el doctor Rojas que la vanidad es excéntrica, se instala en los aldeaños de la ciudadela exterior y se encuentra en la pleamar del comportamiento. Pero en ambas –soberbia y vanidad- hay una sublevación del amor propio que pide un reconocimiento general, si bien la primera es más grave porque a ella se suele unir la dificultad para descubrir los defectos personales en su justa medida y apreciar las cosas positivas que hay en los demás, al permanecer encerrado en su geografía ampulosa.
Po eso reírse de sí mismo no significa infravalorarse, anularse o rebajarse sino romper esa especie de cota de malla con la que pretendemos bloquear agresiones y bondades de entrada, pero también sentimientos veraces de salida. Por eso el humor es una forma perfecta, bien sea intrínseco o extrínseco, cuando tiene en su punto de mira el autojuicio. En el fondo, la idea es esa: reírse de nuestra propia estupidez… y a veces hasta de nuestras propias circunstancias y nuestros propios problemas.
Porque también nuestros propios problemas pueden ser sometidos al juicio del humor, ¿verdad? Evidentemente eso depende de su trascendencia, pero para reírse de uno mismo y sus circunstancias hay que pensar con perspectiva, sabiendo que pocas cosas son eternas –y desde luego, nuestros problemas no figuran en esa banda de rodadura- y por supuesto, actuando con un poco de decoro (por favor, que nadie se me plante delante de un escaparate riéndose mano a mano con su propio reflejo).
Todos sabemos que aquí no hablamos de pasotismo y más que de relativizar las cosas, de relativizarnos a nosotros mismos para evitar caer en las trampas del encogimiento, el victimismo, la demanda exagerada de atención o el reclamo constante de luces benefactoras. A aquellos que pertenecen al mundo comercial les diré que saquen ellos mismos sus propias conclusiones, porque saben que no estamos identificando el artículo con la ausencia de ventas sino con los problemas que muchas ventas conllevan.
Pero efectivamente, una vez más esta parrafada responde a mi interpretación del pergamino nº 7 en “El vendedor más grande del mundo”, de Og Mandino. En aquel post, Fernando López decía bien al entender reírse de uno mismo como relativizar las cosas, tomándolas siempre por el lado positivo que es lo que ayuda a ser feliz. Katy Sánchez acertaba al decir que es necesario reírse de uno mismo porque al final el hombre es lo más cómico cuando se toma demasiado en serio. Y es que al reírnos de nosotros mismos nos hacemos más jóvenes y más sinceros, quizá comprobamos que nuestras circunstancias no son tan determinantes y nos ayuda a pensar cómo reaccionar de forma más clara. Y sobre todo, los juicios ya no son tan sumarísimos porque los primeros jueces (que somos nosotros mismos) han decidido ir primero a tomar unas cañas. Luego lo verán de otra forma.
Hola German, La risoterapia es buena. Levantarse por la mañana y ver tus pelos de punta en el espejo provoca risas, sacarte la lengua ante el espejo es hacerte una mueca. Recibir el día con agradeciemiento es genial. Sobte tod no ser susceptible. Cuando hacen una broma contigo reirte con ganas en vez de mosquearte. Aceptarte y quererte es básico. Solo con esta actitud asi te puedes enfrentar a la vida diaria. Y transmitir alegría a los demás.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Germán.
ResponderEliminarAsí es, debemos aprender a reirnos de nosotros mismos, por una cuestión de higiene mental.Cuando lo conseguimos, nos acercamos más a lo que realmente somos y no a lo que creemos ser.
Un abrazo y feliz finde
Sr. Gijón, en cuanto a la risoterapia, estamos de acuerdo!!. La cita a Enrique Rojas y su "Psicología de la soberbia" (perfecto autoanálisis), supongo que es una broma (1).
ResponderEliminarhttp://2.bp.blogspot.com/_kWL602_mGOI/StJlA64m6PI/AAAAAAAAAQA/jBvA4FjfJ0c/s1600-h/Certificado+Prof.+Ort%C3%ADz.jpg
http://3.bp.blogspot.com/_kWL602_mGOI/StyYsoXODII/AAAAAAAAAY4/ie8sUuZ2xwY/s1600-h/Enrique+Rojas+Soy+escritor+catedratico+de+Psiquiatria+de+la+Universidad+Complutense+de+Madrid.jpg
http://3.bp.blogspot.com/_kWL602_mGOI/StJmkQgFTqI/AAAAAAAAAQQ/TF6nbFNRdIw/s1600-h/Enrique+Rojas+Remedios+para+el+desamor+catedr%C3%A1tico+UCM+octubre+07.jpg
http://3.bp.blogspot.com/_kWL602_mGOI/StJo20zTFGI/AAAAAAAAAQg/_jIMNazfbe4/s1600-h/Enrique+Rojas+no+catedr%C3%A1tico+Facultad+Psicolog%C3%ADa+Ana+Azanza.jpg
http://2.bp.blogspot.com/_kWL602_mGOI/StJoIm9_bUI/AAAAAAAAAQY/jkF3JZYa-AA/s1600-h/Enrique+Rojas+Quien+eres+como+catedr%C3%A1tico+Facultad+Psicolog%C3%ADa+Universidad+Complutense.jpg
Aquí hay más ejemplos,
http://librosenriquerojas.blogspot.com/
Y aquí los hay de otro tipo,
http://enriquerojasremediosparaeldesamor.blogspot.com/2009/10/enrique-rojas-psiquiatria-social-del.html
(1) Lo que hace este psicópata no tiene ninguna gracia,
http://www.slideshare.net/gueste425f0/consentido-presentation
Marcando con el ratón sólo funcionan los tres últimos enlaces. Lo siento.
ResponderEliminarHola Germán:
ResponderEliminar¡Cagüenlaleche! ¡Que nos tengan que decir que reirse de uno mismo es bueno!
Algo falla. Algo hemos hecho mal para que así sea.
Y es que encima nos añaden eso de que "... y además se vive más y mejor"
¡Manda güevos! que decía aquel.
Un abrazo.
La clave de estar bien está ahí, el saber conjugar el requiebro del buen humor, pero cuidado, sin caer en un exceso de la ironía, eso es otra cosa!!
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola, Katy:
ResponderEliminarYo me tengo que entrenar. Sí, porque no he procedido al “ejercicio” a la hora de reírme de mí mismo –confieso que no ha sido una de mis prácticas- pero… ¡qué narices!: ¿por qué no intentarlo? Si al fin y al cabo, el espejo no va a romperse. Me gusta mucho eso de “aceptarse y quererse” porque quien no se aprecia a sí mismo es imposible que aprecie lo que hace y será incapaz de afrontar adversidades.
Un abrazo y muchas gracias, Katy.
Hola, Fernando:
ResponderEliminarY creo también que nos acerca más a lo poco que somos, porque a veces estamos un tanto creciditos.
Gracias por el comentario, Fernando. Un abrazo.
Señor/a In Spain, entienda que no pase a valorar esas cuestiones, porque nada más lejos de mi intención que convertir el post en un debate personalista.
ResponderEliminarHola, Javier:
ResponderEliminarNo viene mal que nos lo recuerden, hombre. Si es que nosotros somos así de tozudos (jejeje). Pero es que siempre han fallado muchas cosas desde que aprendimos a escrutarnos el ombligo.
Muchas gracias, Javier. Un abrazo.
Hola, Gabi:
ResponderEliminarSiempre que establezcamos la medida equilibrada de las cosas, incluso en el desprendimiento de nosotros mismos.
Un abrazo, Gabi, y muchas gracias.
Pues sí, reírse sanamente de uno mismo es una acción que uno debería convertir en hábito, tomarnos a nosotros mismos demasiado a pecho no debe ser muy bueno para éste (o para el corazón).
ResponderEliminarMira que bien, aunque me perdí los pergaminos de Mandino (menudo pareado!), periódicamente nos das estupendas interpretaciones sobre ellos. Chapeau!
Un abrazo
Pablo Rodríguez
Hola, Germán:
ResponderEliminarAhí me has dado. Creo que me llevo relativamente bien con la humildad en general pero me falta reirme más de mi mismo... seguro que es sintomático y que se me escapa algo de orgullo personal. Tengo que considerarme menos en serio porque en general tenemos un problema muy gordo con la humildad, el orgullo y el autobombo.
Por cierto, y hablando de seriedad, enhorabuena por una de las respuestas anteriores... una de esas pruebas a la propia humildad;)
Hola Germán:
ResponderEliminarReirse de uno mismo está muy bien como terapia, pero reirse con uno mismo tampoco está nada mal. A veces cuando salgo a pasear con mi mujer suele decirme que no hablo mucho y eso sólo es verdad a veces y suele coincidir cuando estoy en esos momentos en que rememoro cosas y me estoy partiendo conmigo mismo. Y claro, es que hay cosas que no estoy dispuesto a compartir. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Un abrazo.
Hola, Pablo:
ResponderEliminargracias por la apreciación. Celebro que te gusten los comentarios pero esto, como en muchos blogs, trata también de ser una participación conjunta. ¿Verdad que los comentarios del resto de los amigos -los tuyos incluidos- incrementan el valor? De eso se trata.
Un abrazo y muchas gracias, Pablo.
Hola, Alberto:
ResponderEliminar¿Puedes creerte que esta mañana he tratado de reírme del tío que estaba delante del espejo? Al final he terminado por reírme de mí mismo al pensar en el intento... y con la redundancia he comenzado a conseguir el objetivo (jajaja).
Si es la respuesta que creo, hay ciertas cosas en las que no me interesa entrar y menos a través de provocaciones.
Gracias por el comentario, Alberto.
Un abrazo.
Hola, Josep:
ResponderEliminarpues parece que soy de tu misma escuela (no, esa de L'Hospitalet no, es una de pensamiento o de reacciones). Partirme de risa de circunstancias pasadas no confesables a riesgo de hacer verdaderamente el ridículo es algo que he hecho muchas veces.
Un abrazo y muchas gracias, como siempre.
Hola Germán:
ResponderEliminarComo suele decirse "el que ríe el último, ríe mejor" y creo que me ha tocado ser la última, jeje.
La risa es una medicina tan genial que han tenido que hacerla "terapia" y al mismo tiempo puede ser una enfermedad "porque se contagia" con cierta facilidad.
Cada vez que escucho hablar de la risa como "terapia", me viene a la cabeza la película de Patch Adams, aquel médico que "recetaba" momentos felices y "administraba" píldoras de sonrisas. ¿La viste alguna vez?.
Cada uno de nosotros puede convertirse en su propio Dr. Sonrisa, solo hay que proponérselo, ponerle empeño y no hacer como con los antibióticos que los dejamos a medias en cuanto nos notamos mejor, no, no...hay que ser cumplidor y si hemos decidido leer tebeos, escuchar algún humorista (Fernando López conoce algunos...espectaculares, yo aún sigo riéndome con "la ropa de marca para ir al gimnasio" de Leo Harlem) o, simplemente, probar a reirnos frente al espejo, hacerlo.
La risa nos acompaña desde los primeros meses de vida.No hay niño que no sonría. Es después, con la vida, con nuestros prejuicios, con la vanidad o la soberbia, cuando acabamos con ella.
Tendremos que ir al rescate de la risa, recuperarla, encontrarla dentro de nosotros mísmos, verla reflejada en los ojos de los demás mientras se dibuja en nuestra boca.
Eso sí, amigo...controla el apasionamiento que le pongas porque expresiones como "partirse de risa", "morirse de risa" o "me....se de risa" existen; por algo será, jeje.
Un beso grande, Germán.
P.D. la palabra que me salía para publicar este comentario fue "Retersa"...jajaja, y simplemente me vi...ahi, reflejada, pero hace 20 años, jajajaja. Como para no reirse.
¡Hola, María!:
ResponderEliminarMe alegro mucho de leerte de nuevo por aquí (ahora me paso por "Blogear"). No temo al contagio de esa enfermedad y trataré de localizar esa peli en la red, aunque ahora mismo buscaré en YouTube ese sketch de Harlem. Sí, hemos dejado poco a poco que las experiencias modifiquen nuestro carácter y recular es muy bueno (o ir al rescate). No te preocupes, porque no soy un tío desenfrenado en esas cosas, aunque no sé si por gracia o por desgracia.
Otro beso para ti, amiga. Y sigo agradeciéndote tus tintines, porque la cosa va. Estarás informada, no lo dudes.