Ningún ser viviente puede reírse, con la excepción del hombre. Los árboles tal vez se desangren cuando son heridos y las bestias del campo se quejarán de dolor y de hambre, y sin embargo sólo yo tengo el don de la risa y es un don que puedo usar cuando quiero. De aquí en adelante cultivaré el hábito de la risa. Sonreiré y mi digestión mejorará; me reiré y mis cargas serán aliviadas; me reiré y mi vida será alargada, porque este es el gran secreto de la larga vida y es ahora mío.
Me reiré del mundo. Y especialmente, me reiré de mí mismo porque el hombre es lo más cómico cuando se toma demasiado en serio. Nunca caeré en esta trampa de la mente. Porque aunque sea el más grande milagro de la naturaleza, ¿no soy aún un mero grano de arena sacudido por los vientos del tiempo? ¿Sé en realidad de dónde vine y a dónde voy? ¿Mi preocupación por este día no parecerá necia dentro de diez años? ¿Por qué permitiré que los acontecimientos insignificantes del hoy me perturben? ¿Qué puede acontecer antes de que se ponga este sol que no parecerá insignificante en el río de los siglos?
Me reiré del mundo. ¿Y cómo me reiré cuando me confronta un hombre o acciones que me ofenden y que provocan mis lágrimas y maldiciones? Tres palabras aprenderé a repetir hasta que se conviertan en un hábito tan fuerte que inmediatamente aparecerán en mi mente siempre que el buen humor amenace apartarse de mí. Estas palabras, transmitidas por los antiguos, me harán triunfar en la adversidad y mantendrán mi vida en equilibrio. Estas tres palabras son: “Esto pasará también”.
Me reiré del mundo. Porque todas las cosas mundanales cesarán. Cuando me sienta profundamente acongojado me consolaré pensando que esto pasará también; cuando me sienta orgulloso del éxito me advertiré que esto pasará también. Cuando me sienta oprimido por la pobreza me diré que esto pasará también; cuando esté agobiado de riquezas recordaré que esto pasará también. Ciertamente, ¿dónde está aquel que edificó la pirámide? ¿No está sepultado dentro de sus piedras? ¿y la pirámide algún día no quedará sepultada bajo la arena? Si todas estas cosas pasarán, ¿por qué debo preocuparme del hoy?
Me reiré del mundo. Pintaré este día con prisas; pondré marco a esta noche con una canción. Nunca trabajaré para ser feliz; más bien trabajaré con ahínco para no estar triste. Disfrutaré hoy de la felicidad de hoy. No es grano para ser almacenado en una caja. No es vino a guardarse en una vasija. No puede conservarse para mañana. Debe sembrarse y cosecharse el mismo día y esto haré de hoy en adelante.
Me reiré del mundo. Y con mi risa todas las cosas quedarán reducidas a su justa medida. Me reiré de mis fracasos y se desvanecerán en nubes de nuevos sueños; me reiré de mis éxitos y quedarán reducidos a su verdadero valor. Me reiré del mal, que sucumbirá sin ser probado. Me reiré de la bondad, y esta prosperará y abundará. El día será triunfante sólo cuando mis sonrisas provoquen sonrisas en otros, y esto lo hago por interés, porque aquellos a quienes les hago mal gesto no compran mis mercancías.
Me reiré del mundo. De aquí en adelante derramaré solamente lágrimas de sudor, porque las lágrimas que nacen de la tristeza, del remordimiento, de la frustración no tienen valor en el mercado, mientras que cada sonrisa puede ser canjeada por oro y cada palabra bondadosa, hablada desde el corazón, puede edificar un castillo. Nuca permitiré que me vuelva tan importante, tan sabio, tan grave y reservado, tan poderoso, que me olvide de reírme de mí mismo y de mi mundo. En este asunto seguiré siempre siendo un niño, porque solamente como un niño se me ha otorgado la habilidad de admirar a los demás; y mientras admire a otro nunca me formaré una opinión excesiva de mí mismo.
Me reiré del mundo. Y mientras pueda reírme no seré jamás pobre. Este es entonces uno de los mayores dones de la naturaleza, y no lo malgastaré más. Solamente con la risa y la felicidad puedo convertirme en un verdadero éxito. Sólo con la risa y la felicidad puedo disfrutar de los frutos de mi trabajo. Si no fuera así, sería mejor que fracasara porque la felicidad es el vino que afina el gusto de la comida. Para disfrutar del éxito debo tener felicidad, y la risa será la doncella que me sirve.
Seré feliz; tendré éxito; seré el más grande vendedor que el mundo ha conocido”.
(Og Mandino).
Hola German:
ResponderEliminarReir, en este caso, yo lo veo como relativizar las cosas, tomándolas siempre por el lado positivo que es lo que ayuda a ser feliz.
Un abrazo
Hola Germán
ResponderEliminar"Me reiré del mundo. Y especialmente, me reiré de mí mismo porque el hombre es lo más cómico cuando se toma demasiado en serio".
Y me estoy riendo porque en casa me dicen que cuando me pongo seria estoy más cómica aún. La risa y la sonrisa es un don que se nos ha dado para comunicarnos sin palabras.
Un abrazo y happy sunday
Hola, Fernando:
ResponderEliminarlo más importante es reírse de uno mismo, sin duda alguna. Creo que el sentido lo expresas de forma acertadísima en tu frase. Por otra parte, me gusta el recurso que Mandino empleaba: esto pasará también, lo que es vigente en nuestros días.
Un abrazo y muchas gracias, Fernando.
Hola, Katy:
ResponderEliminar¡qué sano es eso de reírse!, e incluso que los demás se rían de ti, desenfadando el ambiente. Por lo que mencionas, es evidente que en tu casa hay gente muy inteligente.
Gracias por el comentario, Katy.
Un abrazo.
Personalmente creo que este es uno de los pergaminos con mayor impacto y por eso lo guarda para casi el final.
ResponderEliminarLos demás pergaminos te ayudan a dar lo máximo de ti y no darte por vencido, esforzarse hasta no poder más.
Justo llega este pergamino a decirte que hagas tu mejor esfuerzo pero a la vez te relajes, hagas lo que hagas lo que consigas a hacer en vida va a dejar de ser relevante y tus problemas y preocupaciones de hoy serán recordados con gracia el día de mañana.