Pues sí, señores. Hemos cambiado los dígitos del año y –unos días antes o después- retomamos nuestros quehaceres. Y como no voy a hacer de Ana Torroja en eso de aludir al repaso de lo vivido y las aspiraciones por vivir, yo voy a apuntar los focos al hoy, a mañana, a pasado… Sí, todavía nos quedan los Reyes Magos por venir, pero ya nos vamos quitando de la cabeza las ensoñaciones, risas tontas y nostalgia un tanto forzada que sanamente aplicamos a estas fechas.
No, no… no es que haya tomado la bandera del laicismo. Uno, que se considera católico pero que también quiere mucho a sus amigos laicos, es consciente de que la realidad de la vida irrumpe de nuevo como la bofetada de un mono de esos de fotógrafo callejero, cuando el viandante va despistado y al animalito no le has entrado por el ojo bueno (y lo digo porque a mí me ha pasado de verdad: aquel bicho me dio un guantazo de los de “¿quién ha sido, que lo mato!”). Y aunque uno se va temiendo que dentro de unos años los niños creerán que la Nochebuena es la conmemoración del nacimiento de un señor con pololos rojos y gorrito con pom-pom, una coca-cola en cada mano y un saco de regalos entre los dientes postizos escondidos en el interior de una poblada barba blanca mientras se pluriemplea como deshollinador al estilo Dick Van Dyke en Mary Poppins, uno es consciente de que el marketing es capaz, entre otras muchas cosas, de ganar la partida a tradiciones y creencias en el llamado “mundo civilizado” (excepción hecha, al parecer, de la religión musulmana sobre la que existen estudios que pronostican una Europa musulmana en no demasiados años).
Y al igual que el marketing nos recuerda indefectiblemente que estamos aquí para consumir y pagar, malignos agentes de la presente realidad vuelven a asomar sus cabezas a la superficie: vencimientos, recibos de hipoteca, impuestos, subidas de precios y nuevos sobres en el buzón que ya no son alegres felicitaciones de entidades sino facturas palpables (y no palpables en aquellos casos en que de manera inocente nos apuntamos a la moda de facturación en internet). Durante unos días parecía que estaban dormidos. Pero no, señores míos: sólo estaban agazapados. Y ya empiezan a lanzar, vaya que sí. Ahora, al llegar a casa, echamos una mirada de soslayo al buzón para obtener solamente un flash sobre su supuesto contenido. Y cuando nos convencemos de que antes o después hay que abrir la pequeña portezuela con la diminuta llave, escudriñamos primero a través de la rendija para ver si conseguimos adivinar la procedencia de, al menos, la carta que se introdujo en último lugar. Pero al final hay que abrir, ¿verdad?
Ya viene la realidad. Y yo, que confieso haber dejado también mi turno a la Señora Pereza, he visto que algunos amigos blogueros han continuado estos días con sus consejos y reflexiones profesionales y no profesionales, sin dejar de mirar esa realidad en ningún momento. ¿Y por qué? Pues porque son más perseverantes y también más inteligentes. Ahora me toca a mí reengancharme y como todos sabemos que cualquier arranque cuesta bastante más que ir a puntita de gas, mi rendimiento dejará al principio que desear. De modo que les pido que sean condescendientes con un servidor.
Claro que todavía me quedan los Reyes Magos. Ese día de regalos a los hijos, a los padres, a la suegra (a la que quiero mucho, y no es coña navideña). Ese día que pasa y que nos ha dejado sonrisas y abrazos… y… y tarjeta Visa… y la correspondiente merma en la cuenta bancaria –cuando no números rojos-… y una cartera pelada… y...
¿No digo yo? ¡Ah, realidad de cargos y pagos: aquí me tienes de nuevo a tu merced, presto a intentar evitar las comisuras de los labios arrugadas! Y eso, señores míos y muy suyos, que hablo de nosotros, los individuos. Porque como todavía no estoy muy en forma, no me atrevo a hablar de las empresas. Miedo me dan los datos oficiales de diciembre, de forma que me voy a permitir esconder un poco más la cabeza bajo el ala. Con su permiso.
Buena entada para empezar el año y caer del burro en todos los sentidos así de golpe. Occidente esta decadente y endeudado o sea lo estamos todos. Lo de la Europa musulmana es cierto son coherentes, sacrificados y todos miran hacia la misma dirección, aunque separados entre si geográficamente les une una misma fe. Igualito que nosotros que estamos unidos geograficamente y cada uno es de su padre y madre, y encima reina una cierta animadversión entre todos.
ResponderEliminarAsi que cada palo que aguante su vela cuando llegue ese día.
En cuanto a las deudas mejor no pensarlo, aunque como dices hay que abrir el buzón lo queramos o no. Se acabó el gastar y lo de ahorrar no está nada claro.
En fin tienes razón en todo pero a mi juicio te has adelantado un poco en la reflexión. Todavía quedan los Reyes para quienes aún sueñan con ellos.
Un abrazo sincero Germán
Hola Germán:
ResponderEliminarLa triste realidad es impone queremos o no. La cuestión es que no la sintamos o no la vivamos así, porque si no moriremos en el intento.
Por lo demás, bienvenido de nuevo a tu espacio en el ciberespacio.
Un abrazo.
Hola, Katy:
ResponderEliminarbueno, es cuestión de mantenerse a la expectativa para ver si esos datos se confirman, pero eso corresponde a la sociología. Pero con respecto al post, a pesar de la veracidad de los hechos yo pretendía inculcarle una nota de humor. Dese luego, en casa seguimos poniendo pan y lechuga en el balcón porque Rocío (la pequeña) todavía está en esa onda y nosotros seguimos -aunque sea ya el último año- participando con ilusión.
Un abrazo y gracias por tus comentarios, Katy.
Hola, Javier:
ResponderEliminarBien, habrá que tomar esa dosis de realidad con filosofía y capacidad de adaptación (jajaja). Bienhallado, Javier. Trataremos de seguir dando guerra.
Un abrazo y gracias por pasar.
Hola Germán: Pues si esto este post está a medio gas, me da que vamos a ver a un Germán Gijón, más divertido, más incisivo e irónico. Fantástico post. En lo único que no estoy muy de acuerdo es en lo de la Europa musulmana. Más bien, creo que será un batiburrillo de religiones y tendencias las que dominarán en el futuro.
ResponderEliminarUn abrazo y bienvenido. Disfruta de los Reyes Magos.
Hola, Fernando:
ResponderEliminarLa verdad es que sí me gustaría encontrar la forma de plantear los artículos de una forma más divertida. Al menos me lo pasaría mejor, de modo que veremos cómo sale esto. En realidad, como a Katy le decía, todas estas tendencias se las dejo a los expertos en sociología. No cabe duda, sin embargo, de que cuando el río suena... Pero en fin, Europa decidirá lo que quiere ser y cómo quiere ser. Con tal de que respeten mis creencias y tradiciones, aquí puede venir quien quiera, no faltaba más. Pero no trataba yo de abrir un debate de religiones, que eso es muy interior en cada uno. En realidad, hablaba de la fuerza del marketing cuando traslada la celebración del día de Reyes a "la noche de Papá Noel" (que por otra parte, está dejando de ser la noche del nacimiento de Jesucristo y eso tiene tela).
Bueno, sobreviviremos. De momento, gracias por la bienvenida a la blogosfera. Como a Javier le digo: bienhallado, Fernando. Esta es tu casa.
Un abrazo.
Hola, Germán.
ResponderEliminarLa verdad es que ésto de 2 semanas consecutivas con 4 días de fiesta descoloca a cualquiera y pone a prueba todos los sistemas de productividad personal. Y no digamos a todos aquellos que forman parte del sistema educativo, que se pasan todo el año remontando vacaciones para volver a caer en más y más vacaciones cada vez que empiezan a despertar... Y luego nos preguntaremos sobre las causas de la lenta salida de la crisis...
Yo también me siento un poco descolocado, pero estoy seguro de que entre todos nos vamos a poner las pilas mutuamente para aterrizar rápidamente en la realidad.
Y es que si no lo hacemos vamos a tener un aterrizaje forzoso.
Hola, Alberto:
ResponderEliminarel apunte es acertadísimo. El On-Off en educación es constante y es que tenemos fiestas para parar un carro. Bueno, será la realidad la que se encargará de embutirnos en ella a la fuerza si no somos capaces de recolocarnos, pero creo que en este país somos cada vez más conscientes de que la fiesta constante no es precisamente un bálsamo que infunda productividad.
Me alegro de leerte por aquí, Alberto. Gracias por tus comentarios y un abrazo.
Hola Germán:
ResponderEliminarEs verdad que después de estas fiestas de las que ya sabrás que no soy muy partidario, el contenido de los buzones vuelve a su variedad habitual de facturas diversas y bonos para pizzas. Lo malo es que entre el correo ya no hay forma de encontrar una carta de un amigo y eso sí que es una tragedia. Como decía una secretaria que tuve, a ver qué banco me ha escrito hoy.
Un abrazo.
German, fantástico post, cargado de realismo como bien apunta el título. Por mi parte he podido disfrutar de unas buenas vacaciones gracias a la tralla que me han dado los bancos este año, así que ya te contaré qué tal mi vuelta al tajo el día 7. AUnque yo sea de los que ha tratado de escribir estos días y mantenerme despierto (he estado con la tesis), me temo que el jueves tendré síndrome postvacacional agudo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Hola, Josep:
ResponderEliminarNo corres peligro: el banco no se va a hacer amigo tuyo, de modo que no pasa nada. Y porque no te llevas el bocata a la oficina, pero... ¿y la pasta que te ibas a ahorrar en envoltorios del almuerzo con los folletos publicitarios? Y en cuanto a las fiestas, como he tardado algo en contestar (por lo cual pido disculpas) ya he llegado tarde a recomendarte paciencia, porque esto ya se ha terminado. A finales de este año hablamos, ¿vale? Total, tampoco queda ná.
Un abrazo y gracias por pasar, Josep.
Hola, Fernando:
ResponderEliminarme alegro de que hayas disfrutado estos días. Mañana os toca quitar la decoración navideña en Prado Rey, símbolo inequívoco de esta vuelta a los menesteres regulares. Y permíteme que te diga que no me creo que tú caigas en el síndrome postvacacional, entre otras cosas porque la Responsabilidad Social Corporativa te ha mantenido en boga.
Gracias por tu comentario, Fernando. Feliz vuelta y un abrazo.