Adelantar acontecimientos es costumbre oficial en las personas. Tendemos a programar nuestras acciones en base a unas previsiones más o menos acertadas, más o menos calculadas y en muchas ocasiones actuamos con la vista puesta en el futuro. Lo que ocurre también en muchas ocasiones es que desatendemos o dejamos de apreciar las circunstancias del presente, lo que también en muchas ocasiones nos lleva a posponer obligaciones, quizá consideradas menos importantes porque enfocamos hacia el “bloque determinante”, ese que –antes o después- está por llegar. Como si lo de hoy fuese menos influyente que lo de mañana.
Y muchos quedan ahí, a la expectativa de un mañana que nunca termina por llegar. Al final, falsas esperanzas que posiblemente escondan mera inoperancia, pero paradójicamente sí que se dedica tiempo a actividades sin mucho peso en el logro de los objetivos que únicamente resultan ser formas de dispersión de la acción.
“Cuando la energía psíquica de una persona se pone al servicio de su tema vital, la conciencia logra armonía” (Mihaly Csikszentmihalyi). Este psicólogo americano de origen húngaro comenta que el problema aparece cuando las personas se obsesionan tanto en lo que quieren conseguir, que ya no obtienen placer con el presente. Y cuando esto sucede, pierden su oportunidad de ser felices.
Es cierto que los departamentos comerciales no están pasando por su mejor momento. Hace unos días, un representante comercial del sector del transporte terrestre y marítimo me confesaba que la necesidad para tratar de mantener alto el listón de su motivación quedaba condicionada al hecho de firmar contratos de servicios. Como una de mis dedicaciones anteriores se dio en aquel mercado, no me fue nada difícil poner en funcionamiento mi empatía inicial pero no debía alinearme únicamente con aquella perspectiva. La clave radica en asumir una realidad, en fijar metas próximas y alcanzables y dejarse de delirios de futuro. Y viviendo el día a día, en intentar extraer del presente todas las buenas circunstancias centrándose en el beneficio que nos reportan; en evitar la predisposición incondicional al fracaso (¿quién le dice que hoy no formalizará una nueva operación, abrirá –o situará en “potenciales”- un nuevo cliente, cobrará un impagado pendiente…?); en apreciar los logros personales incluso dentro del marco profesional (consejo, aprecio, cercanía con los clientes, compañeros, jefes, proveedores).
Pero hoy. Y cuando hoy trate la vida de presentarle razones para llorar, demuéstrele que tiene mil y una razones para reír. ¿Mañana? ¡Ya hará mañana lo que tenga que hacer mañana! La cuestión estriba en ocuparse y no en pre-ocuparse. Todo a su tiempo, y el tiempo del que se dispone es… hoy y ahora. En alguna publicación leí que si algún día escribiéramos nuestras memorias, nos daríamos cuenta de que la vida habría sido lo que nos había estado pasando mientras nuestros pensamientos o sentimientos apuntaban a otro sitio. Y yo creo que eso es producto de la falta de alineación entre suceso y propósito, circunstancia y meta, realidad y concreción, dejando de lado la divagación.
No quiero con esto decir que la planificación deba ser borrada del mapa, sino que el representante comercial debería reunir el carácter autotélico de su gestión global: viviendo el aquí y ahora sin perder la perspectiva, conciliando la efectividad y la calidad de vida, creyendo en lo que hace y en las metas (adecuadas a los tiempos) que persigue, aprendiendo y desarrollándose continuamente, gestionando debidamente su atención y su intención, generando emociones positivas (mostrando buen humor y confianza), moviéndose por el principio ganar-ganar, asumiendo y –en su caso- diversificando retos por medio del impulso de su propia motivación intrínseca, conciliando intuición y razón… hoy.
Así es: una vez más, una parrafada que responde a mi interpretación del pergamino nº 5 en “El vendedor más grande del mundo”, de Og Mandino. En aquel post, Katy Sánchez aludía a la importancia de dejar los deberes bien hechos porque alguna vez “echaremos el cierre o nos lo echarán”. Cada día es un regalo –nos recordó- y eso lo olvidamos frecuentemente. María Hernández aludía también a la importancia de que reclamemos a los demás el valor que a ellos dedicamos porque nuestro tiempo no es inagotable y Fernando López se sumaba a las interpretaciones de estas dos amigas.
Eckhart dijo que no hay tiempo, solamente el eterno “ahora” y un infinito “aquí”. Y aunque no hay que dejar de mirar al futuro, cuanto más positivo gestionemos el presente, mejor rendimiento obtendremos también sobre aquel.
Hola Germán gracias por citarme y esta verdad es una de las pocas que he aprendido y aplico el no planificar demasiado y procurar tener alternativas. Solo existe el presente, porque el pasado no nos pertenece y el futuro puede no existir. Como bien dice el título de tu post "Y si hoy fuera tu último día? algún dia lo será. Buen post y el remate mejor aun: vivir el hoy sin dejar de echar una miradita al futuro más que por ti por los que nos siguen.
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana
Hola, Germán, llevamos unos días con clases de inglés incorporadas ;-)
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, pese a que parte fundamental de mi trabajo es realizar previsiones, y por lo tanto no quiere decir, como bien señalas, que no se deban hacer, es cierto que en muchas ocasiones las personas se pre-ocupan en exceso.
Recuerdo haber leído hace poco una frase -no me acuerdo de quién- según la cual pasábamos demasiado tiempo de nuestra vida preocupados por asuntos que nunca llegaban a hacerse realidad (conozco a más de una persona así).
Sin que ello nos lleve a volvernos despreocupados, es buena esta dosis de realidad y realismo que reclamas, en vez de estar siempre pensando en el futuro (que por otra parte, no existe, vivimos siempre en presente).
Un abrazo
Pablo Rodríguez
Hola Germán, me propongo seguir tus comentarios y analizar con calma esos pergaminos que has publicado, lo iré haciendo a medida que los comentes, respecto al tema que nos ocupa me pregunto, ¿si hoy fuera mi/tu ultimo día? ¿Haríamos algo distinto a lo que estamos haciendo o teníamos previsto hacer? (evidentemente si soy/eres asalariado debes hacer lo que debes hacer, pero yo/tu eliges el como, no?)
ResponderEliminarEn mi humilde opinión si la respuesta es afirmativa, hay que planificar un poquito el futuro, si por alguna circunstancia no puedes planificar lo que quieres hacer, si puedes planificar como quieres hacerlo.
Perseverancia, Autoestima, Renovación y hasta Amor, interesantes reflexiones.
Un saludo y gracias por tu visita.
Se me olvidaba, enhorabuena por tu aparición y sobre todo por tu voz ‘Constantino’.
Csikszentmihalyi, Eckhart... hay algo de lo que dicen que va más allá de la razón. También soy de los que los releo, pero porque en este tema no me es suficiente con leer una vez. Hoy mismo tu post es el recordatorio del día para no volver a caer en postponer el presente por un futuro que aún no existe y que quizás no lo haga nunca.
ResponderEliminarY es que lo único que realmente existe es una delgada línea entre el pasado y el futuro. ¿Quién me lo recordará mañana?
Hola Germán.
ResponderEliminarCada día mejor y más marchoso. Csikszentmihalyi, no lo conocía o no me acuerdo, pero me parece genial la reflexión. Creo que la planificación siempre es necesaria, aunque muy a corto, porque la vida lo exige así, pero también hay que relativizar y no pretender vivir el presente en el "futuro" como muchas veces pretendemos.
La canción genial.
Hola, Katy:
ResponderEliminarLa cita es obligada, tratándose además de uno de los comentarios más ejemplarizantes. Me gusta que la califiques de “verdad” porque no hay muchas vueltas que darle, teniendo claro que no hay que dejar de prevenir el futuro, aunque sin obsesionarse demasiado. Yo tampoco –te confieso- dejo de mirarlo por los que me siguen.
Un abrazo y gracias, como siempre, por tus reflexiones tan válidas.
Hola, Pablo:
ResponderEliminarNo te creas, mi inglés sólo llega a medio camino entre el First Certificate y el Intermediate (bueno, la verdad es que me da igual la certificación que lleve; sólo con que pueda entenderme –aunque a veces sea como los indios- me vale). La verdead es que si focalizamos demasiado en el futuro podemos en alguna ocasión perder la perspectiva del hoy… y seguramente todos conocemos a alguien así (en mi misma familia tengo yo un caso, fíjate tú por dónde).
Gracias por tu comentario, Pablo. Un abrazo.
Hola, Quique:
ResponderEliminarBienvenido y muchas gracias por pasarte por aquí. Después de leer tu blog, es un honor que participes con nosotros. En cuanto a tu pregunta, desde luego que si tuviera la certeza haría las cosas totalmente distintas a lo que tenía previsto hacer, precisamente por tener la vista puesta en el futuro de los que quedan. En realidad, el mensaje del artículo trata de inculcar cierta distensión sobre perspectivas nubladas, intentando contrarrestar en la medida de los posible las sensaciones que puedan quedar tras oío, por ejemplo, a Santiago Niño –lo cual no quiere decir que esa realidad haya que taparse- (mira, ahora he visto la contestación en tu blog a mi comentario y coincido plenamente con lo que dices). Ja, ja… gracias, Quique, pero a Constantino Romero no le llego a la suela de los zapatos. Quién sabe si algún día… (je, je, je). De momento, me tengo que conformar con ambientes en pelis, reportajes –no de primer orden- y presentaciones en webs.
De nuevo gracias, Quique. Un abrazo.
Hola, Alberto:
ResponderEliminarOjo, que las referencias las he tomado de documentos y no de mi propia formación, pero no viene mal dar soporte a las ideas con autores no tan renombrados. Efectivamente, posponer el presente también puede ser un acertadísimo término, muy bien dicho. La vida y circunstancias que tenemos hoy es real y el futuro es una proyección. Y especialmente en el presente comercial, las gestiones deben intentar contemplarse lo más “hoy y ahora” que sea posible.
Un abrazo y muchas gracias, Alberto.
Hola, Fernando:
ResponderEliminarGracias, hombre. Pero yo no conozco mucha música y me he de guiar por las palabras clave y “lyrics” para encajar con los artículos. No te voy a contar lo que me cuesta porque me da vergüenza. Te digo la verdad, no he leído ningún libro de ese Csiketzalpuajfsss… (joé, qué nombrecito!) y como decía a Alberto, he encontrado algunas ideas suyas en un documento indirecto en la red. Pero estoy absolutamente de acuerdo con lo que dice el pajarito. ¿Planificación a corto? Otra de las buenas síntesis. Celebro que te guste la canción. Fíjate: resulta que he descubierto a posteriori que uno de mis hijos ya la tenía en su móvil (si es que a mí me saltan las pegatinas en estas cosas hasta los críos, chico…).
Como siempre, muchas gracias por tus comentarios, Fernando.
Un abrazo.
Qué tal, Germán? he leído con atención el post y los comentarios, y no se qué pensar... me gusta mucho la idea de que debemos marcarnos objetivos muy a corto alcanzables; pienso que es la base de la motivación, aunque éstos objetivos tiene que formar parte del "plan cósmico" que queremos para nuestra organización o equipo.
ResponderEliminarCreo que la clave en los tiempos que corren es saber ser lo suficientemente flexible como para, como se decía en alguno de los comentarios, tener las suficientes alternativas dispuestas y pensadas como para asumir que dicho plan, así como las acciones a corto, son tremendamente cambiantes en el entorno que nos movemos.
Pensar a largo, planificar a medio, y actuar a corto... sin caer en la trampa de, como dice la filosofía de tu post, pasarnos el día planificando sin actuar o disfrutar el presente (casi nada).
Saludos,
Pepe Moral
Hola, Pepe, me alegro de leerte de nuevo.
ResponderEliminarDesde luego, la perspectiva a largo plazo no puede dejar de contemplarse, si bien no podemos dejar de pensar que lo mejor que tenemos es el aquí y ahora... porque en realidad es lo único que tenemos! En el caso que refería de este amigo, vi que él tenía que extraer lo bueno de sus circunstancias actuales: las personales (familia, amigos...) y (lo que pudiera sacar de) las profesionales. ¿Preparar la disposición de alternativas? Por supuesto, pero siendo consciente de que suponen un recurso, porque la verdadera razón está en el presente. Flexibilidad, dices, y dices muy bien porque eso implica que vemos el hoy sin tener que dejar de ver el mañana... aunque el mañana llegará mañana (jejeje).
Gracias por aportar tus valiosos comentarios, Pepe.
Un abrazo
Hola German:
ResponderEliminar¡Enhorabuena por el post! Me ha parecido magnífico, de verdad. Me ha recordado un poco a mi época universitaria. Cuando estaba de exámenes mi ilusión era que se terminasen porque iba a hacer cientos de miles de cosas que luego, como no podía ser de otra forma, no hacía.
A mi me parece que en el fondo el hombre tiene miedo y necesita seguridades. Por eso muchas veces se afana pensando en el futuro obviando el presente. Si lo piensas fríamente, ¿para qué comprarse una casa, empeñarse durante 30 años en los que tu renta va a disminuir de forma considerable y vas a poder hacer menos cosas, si la puedes alquilar y no privarte de ciertos caprichos? Imagino que por el miedo, por la necesidad de sentir que tenemos algo a lo que aferrarnos. Es una inversión, decimos. ¿A qué precio? ¿O debería decir coste de oportunidad?
Un abrazo
Hola, Fernando:
ResponderEliminarcelebro que después de estos días tuyos de trabajo y viajes podamos volver a leerte por la blogosfera (ojo, que lo sé porque se lo decías a Paco, no porque tenga yo un señor enano espía dentro de la máquina de café de Prado Rey). ¡Qué buena conclusión! Miedo... Sí, me parece una razón muy acertada. Como Alcaide ha dicho en su post, "cuando dejes de tener miedo ganarás confianza y dedicarás menos tiempo a eso que te preocupa en exceso". Lo de las hipotecas quizá haya servido de unos años a esta parte por la revalorización del inmueble (siempre que efectivamente no exista un coste de oportunidad) pero a partir de ahora...
Gracias, Fernando, por venir un rato por aquí y participar. Sabes que eres muy bienvenido siempre.
Un abrazo.
Hola Germán_
ResponderEliminarTu reflexión y la de los comentaristas me ha evocado un post que escribí ya hace meses en el que defendía la necesidad de volar como mariposas pero picar como abejas. Esto es, hay que tener ensoñaciones con el futuro a corto y medio plazo porque más allá ni se sabe, pero en el hoy hay que implicarse y picar como una abeja, esto es no rehuir el cuerpo a cuerpo y jugarse el tipo.
Es de perogrullo pero no conviene olvidar que no hay mañana sin haber vivido hoy o como diría Confucio, nunca se pudo salvar un abismo en dos pasos.
Un abrazo.
Hola, Josep:
ResponderEliminarVaya, perdona pero respondiendo los comentarios del siguiente artículo se me había pasado este.
Recuerdo que ese artículo tuyo fue el primero del que hablamos en nuestro primero comentario en este blog. ¡El primer comentario que recibí fue tuyo! (http://germangijon.blogspot.com/2009/06/la-aplicacion-de-la-calidad-las-ventas.html). Mira, si quieres, la foto que en aquel momento tenías y nos reímos un poco, anda (jejeje).
"No hay mañana sin haber vivido hoy" es una buena sentencia. Y en lo que respecta a las perogrulladas, siempre pasa lo mismo: ahí están, pero pocas veces reflexionamos a fondo sobre ellas.
Un abrazo y gracias por tu comentario, Josep. Por este y por aquel primero que me has hecho recordar!