Lo que ocurre es que normalmente consideramos la luminosidad de iniciativas en renombradas empresas de éxito. Y generalmente achacamos la iniciativa al cabeza de empresa, o a uno de los directivos top ten. Pero muchas veces resulta que las iniciativas empresariales parten de ideas anónimas, quizá por parte del empleado de mantenimiento, la recepcionista, el contable o una de las jefas de ventas. ¿Le parece raro? No lo es, en absoluto.
Una de las líneas de fabricación de un producto concreto para Europa en una multinacional francesa par la que trabajé partió de un montador. Esa fue la idea que comenzó a constituir el engranaje de una gran maquinaria. Lo que desconozco es si el empleado fue considerado por la empresa o no, pero nada de ello se habló al respecto y sospecho que, de haber sido reconocido, aquella noticia no sólo se habría mantenido en el corrillo del personal de fabricación a través de los años, sino que se estaría utilizando por parte de la empres como elemento motivador para fomentar una mayor vinculación. Quizá en su día se le reconocería a algún gerente y punto. Y a lo mejor, ni esas.
Otro ejemplo fue dicho por Luis Bassat en su programa (que por cierto, salta en sus horarios de emisión más que las ranas de Budweiser; por eso he dejado de seguirlo): “las mejores ideas no siempre han partido de los creativos publicitarios de la agencia, sino que en ocasiones ha sido una administrativa o uno de tantos diseñadores gráficos quien ha tenido la genialidad”.
Pero en cualquiera de esas ocasiones, si alguien ha tenido su momento de inspiración es porque ha estado pensando. Se ha estado preocupando de “cómo podría mejorarse esto”. Ese ha sido precisamente el punto de partida. Así –simplemente así-, por medio de alguien que se ha interesado, sea quien sea, una iniciativa presentada se ha puesto en marcha. Y en realidad… ¡sólo había que fomentar la participación! También a este respecto se puede encontrar un relato a modo de ejemplo en este artículo de Pablo Rodríguez (Economía Sencilla).
¿Qué es lo que ocurre en muchas empresas en las que se desprecia la “iniciativa común”? Al gerente de una de las plantas le pregunté una vez: ¿has solicitado ideas al personal? Y me contestó que una vez se le ocurrió hacerlo en otra plaza distinta, “pero no veas las alhajas que me llegaron… ¿Y qué?... ¡Pues que yo no estoy para perder el tiempo!” Ahí dejé la conversación. No valía la pena continuarla, de verdad. Pero si eso llega a ocurrir en una empresa pequeña, en la gran mayoría de ellas se habrían escuchado las iniciativas bienintencionadas, se habría dado una explicación al ocurrente inductor del por qué de la imposibilidad de poner en marcha el proyecto o se habría reconocido (y no sé si premiado) al susodicho si la iniciativa hubiese sido practicable.
Para que surjan ideas, previamente debe facilitársele el camino al interés. Para “mover montañas” debe idearse primero el cómo, pero a veces da la impresión de que la participación a iniciativas esté sentenciada de antemano. Comprar ideas es uno de los mejores negocios en nuestros días. Si usted es directivo en su empresa, aproveche: las tiene a muy buen precio entre su personal. Saldrán antes o después, ya lo verá... aunque cosa distinta es saber si de verdad está usted dispuesto a ello.
Está claro que la creación de todo tipo, salvo en algun claro caso de zote está al alcance de casi todo quisqui. Otra cosa será decidir que utilidad y-o brillantez tienen tales ideas. Subjetivas decisiones esas, y no sólo en el mundo de la empresa.
ResponderEliminarDesde el punto de vista de una lega en la materia,
creo que para que realmente esas aportaciones sean útiles, debe de haber una gran parte de oportunidad en la ocurrencia.
Por poner un ejemplo, recuerdo el caso de alguien cercano, que allá por los 50 del siglo pasado... fabricó un prototipo de patines en línea... que le rechazaron en todas partes por poco prácticos y comerciales... (lástima que no los patentase)el resto, pues eso, historia... Quiero decir, que por más buena que sea una idea, si no es el
momento puede quedar relegada y perderse durante mucho tiempo, incluso para siempre.
Diré además, que por lo que vengo leyendo en tu blog,me parece que tienes una forma muy asertiva de tratar los temas que publicas, de lo que deduzco (dejándome llevar por las apariencias jeje... sí, lo he leido) que no debe ser demasiado complicado trabajar contigo. En principio, tienen suerte tus colaboradores.
Saludos Germán.
Buenos dias German, con el nuevo look pareces un venerable profesor universitario de humanidades más que de empresariales. Dicho esto tu post de hoy es muy bueno. Las ideas surgen y cualquiera puede tener una idea genial pero no la puede comercializar, ni vender. De ahi las patentes. Cuantas medallas se han llevado algunos inmerecidamente robando ideas a otros.
ResponderEliminarEl consultar a los empleados me parece excelente , nadie mejor para pensar en que se puede mejorar aquello que se trae entre manos. Otra cosa es que luego se hagan valer o lo utilicen como propio sin reconocer su origen.
Es una pena lo de los roles porque detrás de cada uno hay una historia personal que se ignora por completo.
Un abrazo
Hola, Germán:
ResponderEliminarEl comentario del gerente sobre las "alhajas" es la parte más exagerada del esquema que parece ir por detrás de todo el post: se trata símplemente en primer lugar de solicitar ideas y de fomentar la participación, y en segundo de reconocerla.
La verdad es que si se hiciera eso al menos se estaría evidenciando una actitud abierta a las ideas, cosa que ahora mismo está a años luz de lo que sea hace en muchas organizaciones.
Sin embargo, el siguiente paso es el de ordenar y dinamizar adecuadamente los procesos de innovación para potenciar y enriquecer las asociaciones de ideas, para sistematizar algo estos procesos creativos y para planificar su implantación.
No sé dónde leí el otro día que el 80% de las empresas no tienen nada de ésto, lo cual es significativo ya que es difícil conseguir resultados si no se dan hechos coherentes con las palabras e intenciones de que la innovación sea un valor para la organización.
Buenas. Estoy de acuerdo con el tema del post, generalmente, como dices y comenta Alberto, ni se piden ideas, con lo cual sería un primer paso positivo, y posteriormente se podría tratar de fomentar su florecimiento, a través de incentivos, grupos de trabajo, procesos creativos, formación acerca de la creatividad, información sobre otras áreas de la empresa, muchos aspectos.
ResponderEliminarSólo una puntualización, en las empresas pequeñas, al igual que en las grandes (yo he tenido la suerte de probar ambos tipos), hay de todo, como en botica, así que en muchas pequeñas empresas, sucedería como en el caso del jefe de tu relato, y eso suponiendo que al jefe se le ocurriera ni siquiera pedir ideas.
P.S. Me gusta tu nueva foto, no sé si te da apariencia de profesor, como dice Katy, pero está bien. Ah, y gracias por la mención ;-)
Un abrazo
Pablo
Hola Germán:
ResponderEliminarCreo que aquí todo el mundo está más o menos de acuerdo con el planteamiento que haces. Efectivamente, se piden pocas ideas. O se menosprecian, con lo cual la colaboración en muchos casos es nula. El reconocimiento a la idea, a la pro actividad (aunque luego la idea no se pueda aplicar) es positivo y necesario. Cuando esto no sucede, la materia gris no aparece por ningún lado.
Luego están los miedos de los directivos o mandos a perder parte de su "status" por los aciertos de otro. Esto, invariablemente lleva al inmovilismo en el que están muchas empresas.
Un abrazo
Hola "profe" Germán:
ResponderEliminarMenudo cambio de look. ¿Tiene algo que ver con tu vuelta a los micrófonos? No, en serio, te sienta bien el cambio.
Para no repetirme sobre lo que han dicho otros comentaristas introduzco un nuevo concepto: la escucha activa.
Es fácil comprender que escuchar es una cualidad superior a la de oír y además, hacerlo activamente, es decir dejando que lo escuchado permanezca el rato suficiente en nuestro cerebro para ser procesado no sólo es una cualidad de todo buen líder sino que está en el sueldo de todos los jefes. Digo esto con pleno conocimiento de causa y como empresario, no tendría dificultad en detraer del sueldo del jefe aquellas ideas de sus colaboradores que no han sido ni siquiera evaluadas.
Hace años se puso de moda una disciplina que se llamaba concurso de ideas que acabó derivando en los famosos círculos de calidad y que luego mutieron por inanición. Nada nuevo cuando oímos admirados como en Google hasta la propia disposición en planta de las oficinas está pensada para que la gente aporte iniciativas.
Claro, una cosa es flipar con Google y otra ponerse a ello.
Muy buen post y perdona si me he enrollado un poco.
Un abrazo.
Hola Germán:
ResponderEliminarLa creatividad no es algo que esté supeditado a un cargo concreto, es decir, todo el mundo puede ser creativo, tener ideas, e incluso, que sean buenas.
En las empresas no se piden las ideas de los empleados, como tampoco se les "pide consejo". Nadie mejor que el propio operario para saber de qué pata cojea la máquina o el proceso, pero si los jefes se empeñan en pensar "sólo yo sé de negocios, de ideas", entonces pasarán por alto los pequeños detalles que sólo conocen los expertos y que, al final, marcan la diferencia.
A veces, hay miedo tras la negativa a pedir ideas, pero también hay casos donde la prepotencia juega un importante papel; "aquí quien único tiene ideas que valen soy yo".
También se da el "robo" de ideas; yo te expongo una idea, tú le quitas valor e importancia "eso es una tontería", pero en cuanto se te da la oportunidad, la "vendes" al director como si fuera ocurrencia tuya. A veces, esto mismo ocurre, no ya con una idea, sino con el propio trabajo, con informes, etc.
Pero si algo me ha gustado de este post es lo de "si alguien ha tenido su momento de inspiración es porque ha estado pensando". Justamente ésto fue lo que me dijo el ferretero, la semana pasada, cuando le indiqué que me dijera el precio de un "ingenioso" carro de la compra, de tres ruedas en "triángulo", que sube los escalones con mucho menos esfuerzo.
"Oiga, y ¿cuánto sale aquel carro que tiene colgado ahí? Se lo ví el otro día a una señora y me pareció que es un invento genial"
"Sale cuarenta y pico euros, no es muy caro, la verdad....y sí, es muy ingenioso. ¿No le parece a Ud. increíble, que en estos tiempos de prisas, haya alguien que se siente y se ponga a pensar?.
Lo miré, asentí y me marché mientras pensaba "Vaya, este hombre tiene razón, todavía hay gente que "piensa para crear", menos mal".
Me imagino al operario que montaba las ruedas de los carros de compra convencionales, pensando, ideando un sistema mejor, algo que fuera el top de los carros de la compra: "que suban las escaleras". Y luego, como le presentó su esbozo de idea al jefe, mal pintado, en un papel del taller, lleno de grasa "Pues mire, si en lugar de una rueda, se colocaran tres y el sistema de giro se hiciera de tal forma, bla, bla, bla" y al jefe diciéndole..."Bien, Manuel, haga un prototipo aprovechando que no hay tanta faena y me lo enseña cuando lo acabe" y ahora el invento se llama "El carro de Manolo" (nombre falso) y nadie le robó la idea a nadie...la compartieron y todos han ganado.
Sólo por una idea romántica y porque vivo en un tercero sin ascensor, la próxima vez que tenga que comprarme un carro nuevo, lo quiero como ése, de tres ruedas, un "carro de Manolo", un carro PENSADO.
Un saludo, Germán.
Hola, Cristal00k:
ResponderEliminarEn realidad, en esto se trata de aplicar el símil –pelín modificado- con respecto a las competiciones: lo importante es… hacer participar. La verdad es que no me gustaría estar en el pellejo del/la ocurrente de la idea de los patines el línea. Ciertamente, es necesaria la idoneidad del planteamiento y la oportunidad del momento (y rapidito, que “tempus fugit” –jejeje…-). Ojo con las apariencias, no vaya a ser que te hayas fabricado un estereotipo perverso (juas, juas…! –vale, de acuerdo, dejo ya nuestros vínculos blogueriles-). No, en serio, soy de esos que tratan de que las cosas rueden sin pensar antes en réditos particulares de cualquier índole. ¿Te creerías que en más de una ocasión me han tachado de tonto?
Un abrazo y gracias por pasar, Cristal00k.
Hola, Katy:
ResponderEliminar¡Qué generosa con la imagen! No, Katy, tengo varios amigos profesores universitarios con los que coincido en muchas cosas, pero jamás la docencia se cruzó nunca en mis intenciones exceptuando clases particulares en mis tiempos de COU. Lo de la foto no es más que hacer justicia al tiempo (por aquello de que las canas den testimonio, jeje). En la empresa, el hecho de ser generoso (justo, sería más apropiado) con el reconocimiento es inteligente, porque trae sus frutos antes o después. Y antes o después, de una forma o de otra, quien se propia de lo ajeno termina pagando.
Gracias por tus comentarios y tu apreciación sobre la foto. Un abrazo, Katy.
Hola, Alberto:
ResponderEliminarFue aquel un comentario tan real como portador de incredulidad. Evidentemente, las cosas no suelen salir a la primera aunque muchos se crean en la potestad de llegar y besar el santo (o abrazarlo, para los de Santiago). De acuerdo en que las propuestas deban someterse a sus matizaciones, que las gerencias no son sitios en los que se suela comulgar con ruedas de molino, pero lo correcto sería aceptar la iniciativa, valorarla, reconocerla y rechazarla o aceptarla en función de su oportunidad. Ignorarla, en cambio, es ir cerrándose puertas.
Muchas gracias por tu aportación, Alberto. Un abrazo.
Hola, Pablo:
ResponderEliminarEn fin, qué te voy a contar después del relato de Vicente y Francisco en “El agradecimiento”. Buen desarrollo el que haces sobre el tratamiento posterior de la idea. Es un acertado complemento. Sobre las empresas pequeñas, parece que hemos tenido distintas experiencias por lo que creo que me he aventurado al generalizar. Por ello, permíteme (permitidme todos) que resitúe la afirmación diciendo que me refiero únicamente a las que yo he tratado porque es verdad que no se puede meter en el mismo saco a todas. Gracias por tu opinión sobre la foto, aunque yo también he de decir que tu cambio aportó empaque a Economía Sencilla. ¿Será efecto de las canas que nos salen? Y en cuanto a la mención, sabes que soy ferviente seguidor de los ejemplos con que sueles obsequiarnos.
Un abrazo, como siempre. Gracias por tus aportaciones, Pablo.
Hola, Fernando:
ResponderEliminarYo me imagino la escena en vuestra fábrica de ideas (Divertia): una reunión para preparar un evento. No me cabe duda de que os rascaréis la nuca en más de una ocasión hasta que la mejor propuesta salga a escena, pero la tuya es una de esas empresas en las que hasta en el cuarto de baño podría figurar un cartel que dijera: “Se admiten sugerencias”. Lo que es ridículo, cosa que ya hemos comentado en otras ocasiones por ahí, es ese temor en el directivo mediocre. Como cuando hacíamos la mili, a estos los calificaría yo de “chusqueros”.
Muchas gracias por el comentario, Fernando. Un abrazo.
Hola, Josep:
ResponderEliminar¡Naaaa…! Si yo sigo siendo el mismo, maestro. ¿Micrófonos, dices? A lo mejor tiene que ver con la decisión de una editorial catalana como complemento a un buen libro (aprovecho para decirte que no me he olvidado de Ovidio, pero estos días he estado algo enfrascado). Oye, buena propuesta la de detraer del sueldo del ocultista las ideas potenciales. En cuanto a Google, el caso es que vi tu oficina como un espacio diáfano en la zona de trabajo, muy propicia a la participación de propuestas en bloque. Y nada, nada, aquí hay licencia a la extensión ilimitada, hombre. Faltaría más.
Un abrazo, amigo.
Hola, María:
ResponderEliminarAl final he decidido continuar en vela un poco más… pero no mucho. Miedo, prepotencia, robo… ¿verdad que es lamentable que quien tiene una buena iniciativa deba prevenirse de forma más que anticipada? Tú, que conoces bien el mundo de las productoras, quizá conozcas historias sobre secuestros de ideas para programas. El ejemplo que nos cuentas es una de las afortunadas excepciones. ¿Sabes?: leyendo eso me he levantado a ver mi carro de la compra. ¿Mira que si no me he fijado y …? Pero no, el mío tiene cuatro ruedas y es normalito como el que más. Mañana comento lo del carro de tres ruedas, porque puede que en casa de mis padres les interese.
Un fuerte abrazo, amiga. El caso es que no hay comentario tuyo que no nos ilustre con un valioso ejemplo de la vida real. ¡Qué auténticos, oye!
Hola Germán:
ResponderEliminarHay dos tipos de fracasos: cuando no se escucha al que aporta la idea, como muy bien describes y cuando se montan sistemas para gestionar positivamente esas ideas y no funcionan. Del primero no se puede decir más, pero del segundo se pueden describir innumerables fracasos y algún que otro éxito. Menciona Josep Julián los Círculos de Calidad: Fracasados. Pues busquemos los ejemplos de éxito y copiemos o mejor dicho, adaptemos. Yo te puedo asegurar que pertenezco al segundo grupo y que todavía no he encontrado la fórmula adecuada para canalizar las ideas y otra cosa no haré, pero poner interés TODO.
Un abrazo.
Hola, Javier:
ResponderEliminarleyéndote, no me cabe duda de que eres una de esas personas que gestiona la empresa que dirige de forma integradora y participativa. El segundo ya es un problema organizativo, de planificación, de presupuestos y de aplicación pero el impedimento más importante ya está salvado: tu disposición con el interés que manifiestas.
Gracias por tus comentarios, Javier. Un abrazo.