"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"

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viernes, 12 de febrero de 2010

Ser natural es la más difícil de las poses

Ser natural es la más difícil de las poses”. Esta parece una afirmación melodiosa, un tanto armónica y de reivindicativa reflexión por su casi rebuscada evidencia. Pero resulta que cuando nos topamos con esa tan sencilla palabra de complicada descripción, la cosa ya se tuerce: rol.
Que nuestro comportamiento varía en función del contexto es un hecho más que contrastado. Y aunque en ocasiones se permita licencia, casi nadie se la toma (“Tú tranquilo, como en tu casa” –y no, no señor: como te tomes al pie de la letra la sugerencia, la mujer de tu anfitrión puede sacarte de SU casa a gorrazos).
La naturalidad es un arte porque hay que conjugar el contexto con nuestra propia verdad. Parece sencillo, pero en muchas ocasiones no tiene nada de fácil. Implantamos nuestra propia película y tomamos la identidad del actor en el que decidimos convertirnos. ¿Nadie lo ha hecho nunca? ¿Nunca?

Hace dos días hice una prueba para una locución publicitaria que debo enviar a una agencia de Madrid. Rafa –mi director- es un tío tan sensacional como exigente y tiene claro que en su trabajo las poses están para los personajes. “La publicidad –dijo al principio del curso- es lo más difícil de esta profesión porque ahí el micro no te admite actuaciones. Si en un doblaje debes transmitir, la publicidad has de vivirla”. Por supuesto, locutores publicitarios hay muchos pero en ese amplio espectro se encuentran los rangos “penoso, muy malo, malo, regular, bueno, muy bueno y excelente”. Un tío con veintitantos años de experiencia trabajando en decenas de estudios de sonido y bregando con agencias y sus correspondientes creativos sabe bien de lo que habla porque también tiene muy clara una cosa: la locución en la publicidad es uno de los soportes fundamentales para vender.

Pues allá que voy yo: entro en la pecera, cierro la doble puerta, me encasqueto los cascos y me planto delante del micro (parece mentira que una cosa tan pequeña sujeta a un palo ante tus narices infunda tanto respeto). Y ahí suelto yo con convicción mi texto redactado -¡sólo cinco frases!- modulando como Dios me dio a entender. Termino y yo solito me quedo más ancho que largo…
Un desastre. “No me has dicho nada, es artificial y ni tú mismo te crees lo que estás diciendo”, me dijo Rafa. De momento, un pequeño sopapo al amor propio. Pero me pasa el audio para que me escuche y yo mismo me evalúe, y entiendo entonces cómo soy misteriosamente capaz de convertir un mensaje contra la violencia de género en una estrofa de cualquier canción de José Luís Perales. Al final, cuarenta minutos para cinco frases (¿les he dicho también que el director es paciente por naturaleza?). Con el segundo anuncio –que quedó anulado- convertí la 33ª edición de la America’s Cup en una oferta de Merkamueble.

Y todo por la falta de naturalidad. Tan sencillo de comprender como complicado de hacer. Peter Drucker dijo que el rango no otorga privilegio o poder, sino que te impone responsabilidad. Por eso la naturalidad es relegada al confundir persona con personal. Las barreras de la comunicación se dan frecuentemente por esa vía en lugar de reivindicar la sencillez en las relaciones e interacciones con los distintos entornos.
Por algo dicen que una palabra dicha con sencillez y humildad tiene el significado de mil palabras agradables, como también dicen que la naturalidad es el talón de Aquiles de la comunicación. Y no me estoy refiriendo a reducción o simplificación sino a la exención del disfraz de perlas con el que algunos -¿quizá muchos?- nos vestimos cuando “nos ponemos en materia”. Sin ir más lejos, despertamos mayores emociones por medio de la naturalidad y la sencillez porque las poses rebuscadas se ven venir. 
Por eso ser natural es la más difícil de las poses. Sobretodo delante de un micrófono, se lo digo yo...

12 comentarios:

  1. hola Germán;
    Del tema doblaje, no tengo ni flores (solamente te diré que de pequeño, en tonaba tan mal que cuando mi clase entonaba al unísono los villancicos navideños, mi amigo Paco (del clual todavia conservo una buena amistad) y yo, nos veíamos relegados a "mover los labios" por orden del profesor,para no estropear al resto de los 40 y pico cantantes).
    Sobre el tema de la naturalidad y estilo de dirección si que me atrevo a aportar algo.
    No existe un estilo de dirección definido (aunque hay una serie de comportamientos que son perfectamente parametrizables), el estilo de dirección (manera de relacionarse con los demás, como se afronta una situación de crisis, como se gestiona el poder, etc....) vienen muy determinados por la educación que una persona ha recibido, por su experiencia, por su seguridad (cuanto más seguro se siente una persona, más participativo es con el resto de sus colegas) y también por su personalidad.
    No hay que fingir lo que uno es -y lo que no es-; al final, todo sale y si no sale, acaba pasándonos factura (tanto a nivel personal como profesional). Es fundamental desarrollarnos profesionalmente en un entorno que nos haga sentir bien, libres, felices, que nos aporte cosas, que podamos aprender (de los demás y de nosotros mismos)y que al final, nos encontremos a gusto -sin figuraciones de doblaje- con nosotros mismos.
    gracias por dejarme participar.

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  2. Al final se trata de transmitir, y si la representación se ejecuta vacía y distante, el oyente aprecia lo real de lo teatral.
    Vaya, vaya con la experiencia!!

    :)

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  3. Hola, Manuel:
    efectivamente, los estilos de dirección son parametrizables y definidos, aunque pienso que condicionados por las variables históricas y de contexto. Por ejemplo, imagina que eres un comercial al que ascienden a jefe de grupo. Tus acciones y decisiones cambiarán, desde luego, porque asumes nueva responsabilidad, pero ¿cambiará eso tu forma de ser? No debería -como tú dices, acabará pasando factura-. Libres y a gusto cuando actuamos como somos, sin disfraces: me sumo, por tanto, a tu reflexión.
    Gracias a ti por pasar, Manuel. Esta es tu casa.
    Un abrazo.

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  4. Hola, Gabi: A la legua se ve venir.
    ¿La experiencia? De susto al principio, confiado hacia la mitad y pasado de vueltas al final. Le dije al director que es lo mejor que me podía haber pasado: fastidiarla en ese sentido. No se me va a olvidar, no... Ahora el reto está en conseguir hacerlo como se tiene que hacer. En cualquier caso, estoy convencido que se mejorará. Ahora falta que lo que mande a la agencia se considere factible, que eso es otro cantar.
    Un abrazo y muchas gracias.

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  5. Germán,
    ¡Qué bien describes la enorme dificultad que pueden tener las cosas más simples!. Y con ese sentido del humor tan fino, ;-))) Cuatro frases, como tu dices, pueden dar para mucho. Y sí, ser auténtico y natural y al mismo tiempo fiel a la imagen profesional que queremos dar, lleva a veces a la sobreactuación. Se me ocurren ahora un par de casos recientes que he vivido y que han tenido consecuencias penosas para los afectados (afortunadamente no era yo...)
    Un saludo y feliz domingo

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  6. Hola Germán.

    excelente título para excelente post. Sé de lo que hablas, porque yo, que trabajo con actores, artistas y empresas varias, noto mucho cuando se sobreactua o no se es natural. Se ve en pequeños matices, en pequeñas cosas que, de alguna manera, te ponen en alerta y te dices, esto no...no es creible.

    Muy interesante la reflexión que nos dejas.
    Un abrazo

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  7. Hola Germán
    Decía Byron que el estilo es naturalidad, algo tan dificil de conseguir como el Santo Grial.
    Trabajar con la vozes complicado, cuando veo algún video de alguna intervención mía, no se, es como si viera a otro fulano, pero en fín. Seguiremos intentándolo.
    Cuidate

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  8. Hola Germán, me he retrasado, he estado de boda. Lo más natural de las cosas. Ahí si que se ve quién es natural y sencillo y quién no. Sofisticación, estiramiento, pose, vanidad ... es todo un tratado de psicología. Me encanta observar a las personas cuando les sacan de su entorno habitual.
    Me ha gustado mucho tu entrada de hoy por su ESPONTAINEIDAD, he podido leer a través de tus palabras e imaginar la escena tuya con el director y aceptar su corrección es toda una lección de humildad y sencillez. Todos deberíamos saber nuestras límitaciónes y seríamos mucho más sencillos.
    Un abrazo y feliz día de la amistad y de san valentín

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  9. Hola, Astrid:
    Muchas gracias. En ese mundo que acabo de descubrir se aprecian actuaciones y sobreactuaciones, y no te imaginas lo fácil que es dejarse llevar por la tendencia. Lo bueno es que aquí tienes la oportunidad de observarte a posteriori y antes de fijar de manera definitiva tu aportación, lo que no te exime del ridículo al percibir que “tás pasao” (ventajas de la posibilidad de una perspectiva previa). Pero cuando entramos en el campo de las relaciones con la empresa “on air” puede pasar lo que nos dices. Además, ese es un error que marca al profesional durante mucho tiempo y retomar la confianza es dificilísimo: el producto o servicio representado permanecerá bajo sospecha.
    Gracias por tu comentario, Astrid.
    Un abrazo.

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  10. Hola, Fernando:
    Pues nadie mejor que tú para visualizar la experiencia que viví. Los que conocéis el mundo de la actuación podéis advertir la naturalidad –y credibilidad- en la escena así como el exceso fingido. A los que todavía nos faltan muchísimas tablas nos cuesta pulir esos matices de los que hablas, que efectivamente son los “denunciantes” de aquellos que pretenden –que pretendemos- impresionar a los demás por medio del disfraz de nuestras carencias. Por fortuna, tenemos a la “Guardia Civil” que son los directores (lo digo sin acritud y con sinceridad) para pararnos los pies en nuestra efusividad. La vuelta a empezar una y otra vez baja humos y enseña el sendero de lo bien hecho, por mucho que cueste (y cuesta, cuesta…).
    Muchas gracias por tu punto de vista, Fernando. Ayuda porque reafirma.
    Un abrazo.

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  11. Hola, José Luís:
    Me dijeron que a nadie nos gusta oírnos porque estamos acostumbrados a la vibración sonora exterior e interior. Pero eso realmente no tiene importancia. Yo creo que cuando veas en los vídeos a un tío sincero lo demás será indiferente. Nada como olvidarse de sí mismo y concentrarse exclusivamente en el mensaje. No diré que es fácil -¡que me lo digan a mí!- pero se consigue. De modo que… ¡ánimo!
    Un abrazo y muchas gracias, José Luís.

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  12. Hola, Katy:
    Antes o después, tu comentario tiene especial validez por afinidad. Oye, ¡qué gran día para casarse! Y ciertamente, un escaparate inigualable. Gracias, Katy, pero he de admitir que en un primer momento el orgullo me llevaba a dudar de las indicaciones (¡cuarenta minutos, nada menos!) “¿Dónde vas tú –me decía yo a renglón seguido- que acabas de aterrizar aquí?” Por esa razón, como a Gabi de comentaba, le dije al director que era lo mejor que me podía haber pasado. Nada como los bofetones directos a la presunción de autosuficiencia. Pero retomar en la vida la posición del aprendiz es enriquecedor y creo que todos estamos de acuerdo con esto.
    Gracias de nuevo por pasar y comentar, Katy.
    Un abrazo.

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