"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"

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gidval@gmail.com - (Valencia, España)

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miércoles, 2 de diciembre de 2009

El reflejo anónimo

Nos pasamos el día haciendo y diciendo cosas. En el trabajo, en casa, en la cafetería, con los amigos… Todo responde a iniciativas y a consecuencias, a preguntas y a respuestas, a causas y a efectos. ¿Tiene influencia? Desde luego que la tiene, porque cualquier acto nuestro se lleva a cabo con determinado objetivo, por mínimo que este sea. Y esperamos y deseamos que tenga influencias positivas, porque somos bienpensados y con esa intención lo hacemos.

Pero en muchas ocasiones desconocemos la extensión de nuestra influencia. Nuestras palabras o nuestros actos pueden haberse tomado como ejemplo de lo que debe –o no debe- hacerse. Sin ser conscientes de ello, hemos motivado a quien menos esperábamos: al vecino, al camarero que nos sirve, al taxista que discretamente escucha reflexiones de los pasajeros o a otro vendedor de nuestro equipo a quien no iba destinado el mensaje.

Es como una interrelación no cognoscitiva. Hechos y conclusiones que viajan de un lado a otro sin que hayamos percibido ser iniciadores del juego o sin la intención de que circulase por un canal distinto al que se pretendía. “Las paredes oyen”, dicen en previsión de evitar que el mensaje llegue a oídos no deseados. Pero en nuestro caso no se trata de restricción alguna. Aquí hablamos del reflejo anónimo.

¿Somos conscientes de esa influencia desconocida por nosotros mismos? Sin duda sabemos que un hijo pequeño no despegará el ojo de su padre y tratará de imitarlo. Y los padres, evidentemente, funcionamos con extremo cuidado de no ser presa de la observación de estas “pequeñas águilas” en un momento de descuido. Por eso tratamos de vigilar nuestras propias acciones, nuestras reacciones y nuestras palabras, no vaya a ser que -por imitación- el niño asimile lo que todavía no debe (¡qué afortunados somos algunos de que las madres anden ojo avizor, pues merecidos reproches nos llevamos en alguna ocasión!).

Pues para lo bueno y para lo malo, niños grandes también toman nota en nuestra vida diaria. Para lo bueno y para lo malo, sin ser conscientes de ello, se nos califica y se nos imita o rechaza. Dado que no existe feedback (porque ni se reclama ni se espera) nuestras acciones y nuestras palabras también asignan representatividad sobre los organismos a los que pertenecemos –sociedad, profesión, religión, familia…- y que pueden quedar identificados por aquello que hemos dicho o hecho.

No se trata de la artificialidad del carisma sobre el que comentábamos en el post anterior, pero sí es necesario entender la virtualidad que el observante puede asignarnos, de forma que aquello que representamos quede desnaturalizado. Por nuestros hechos puntuales se nos puede aplicar –sin que nosotros tengamos oportunidad de aclarar o explicar- una personalidad o condición equivocada. Al menos, con la que no quisiéramos ser identificados porque no es la nuestra. Y por ende, puede así calificarse a nuestro producto o servicio, a nuestra idea o intención, como de fiable o desaconsejable.

Por eso lo que decimos o hacemos fuera de contexto tiene una importancia insospechada por nosotros. Y dado que –insisto en ello- puede ser para lo bueno y para lo malo, ojalá pudiésemos canalizar nuestras acciones diarias sobre la perspectiva de la constante influencia. Dicho de otra manera, si nos pillan a micrófono cerrado, que nuestras menciones sean coherentes y positivas. Si las cámaras siguen grabando en la pausa publicitaria de la vida, que nuestra actitud y nuestra postura sea sencilla, elegante y comedida. No, no se trata de disfrazar nuestra personalidad sino de ser cuidadosos con ella. Pero permítame un consejo: no sobreactúe, porque se le notará a la legua.

17 comentarios:

  1. Hola Germán:

    Buenísima entrada.

    Sin querer o pretenderlo, como apuntas, uno pasa a ser "bibliografía ajena" y nuestras impresiones, pensamientos o desvaríos pueden llegar a ser referencia en otros contextos totalmente distintos a los que los generaron.

    "María H. comentaba el otro día que era una verguenza que "bla, bla, bla".

    Pero también ocurre lo mismo con esta nueva Web 2.0. Comentabas ¿ayer? ¿en qué blog? que habías cerrado tu cuenta de Facebook (¿ves? yo también lo leí, jeje). Ya no solo es la "imagen" diaria, la de nuestro entorno, ya sea laboral o familiar; también existe nuestra otra imagen, la que expresamos aquí, la que mostramos al mundo. Creo que hablando de Facebook te comenté que a mi, personalmente, me parecía "un patio de vecinas" y según leí en una noticia, así es. Hay empresas que con diversas "artimañas" agregan a sus posibles candidatos e "investigan" su perfil, sus fotos y toda la información que hayan dejado "al aire". No sería extraño que una foto de "fiesta" acabe con tus pretensiones laborales, sobre todo, si terminaste despeinado y con carita alegre, cuando no haciendo el pato (que todos tenemos alguna así). Y sólo fue una vez, pero "por una vez que maté a un gato, me pusieron matagatos".

    Luego están nuestras opiniones vertidas al mundo y que ahí quedan expuestas, por tiempo indefinido, incluso tras nuestro posible cambio de opinión.
    "Ah, sí, sí...mira, el otro día Germán Gijón, en su blog, escribió "bla, bla, bla".

    Por lo que estoy contigo. No sólo hay que ser bueno, sino parecerlo y no como actuación de cara a la galería, sino pensando que nuestra impronta puede quedar plasmada dónde y de la forma que menos esperamos. Ya que es inevitable, al menos, que sea consecuente con nuestro "continente y contenido".

    Un abrazo, Germán. Un post para recapacitar.

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  2. Hola Germán:
    Más allá de un contexto general, en estos días lo que dices en tu artículo está plenamente vigente en mi entorno. Alguien inició un fuego en un blog que sigo, se propagó a una red de la que formo parte, se descontextualizó en otro blog y llevo tres días gastando saliva tratando de explicar los antecedentes y consecuencias de todo lo que se ha montado. Paralelamente, este debate al que muchos estábamos invitados ha sido seguido desde la barrera por la inmensa mayoría de los "mencionados".
    En un medio como la 2.0 en la que todo lo que uno dice queda escrito, habrá que empezar a valorar eso de que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras porque, como dices, el reflejo anónimo (yo quizá reformularía llamándole reflejo condicionado)deja una inevitable y nunca bien explicada huella.
    Un abrazo.

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  3. Hola Germán, en lema de Escuela de Padres de la que fuimos animadores bastantes años era "los niños no aprenden, imitan" y me los has hecho recordar. Todo lo que decimos, hacemos, y hablamos influye en nuestro entorno inmediato. Todo se sabe. Y como lo argimentas tan bien ,solo felicitarte. Me quedo con tu consejo: "No, no se trata de disfrazar nuestra personalidad sino de ser cuidadosos con ella. Pero permítame un consejo: no sobreactúe, porque se le notará a la legua".
    Un abrazo

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  4. Hola, María:
    Es cierto que con la web uno debe tener cierta prevención a la hora de publicar sus ideas o sus reflexiones. No obstante, creo que a nado escapa que en ese caso se tiene la absoluta seguridad de su mayor o menor difusión. Lo bueno es que dichos comentarios pueden matizarse a posteriori, aunque en ese casi depende de la voluntad del lector si la intención de especificar se acepta y comprende o se ignora, manteniendo al emisor con un caché impuesto por la fuerza. Depende de la disposición de quien se sitúa al otro lado de la pantalla.
    Y eso, por tanto, es aplicable al seleccionador a quien se supone (¿) la capacidad de discernir el contexto en el que se sitúan las opiniones (o fotos). En realidad no se trata de modificar nuestra personalidad al actuar de cara a la galería como bien dices, sino de ser conscientes en todo momento de que estamos en el balcón, a la vista de todos, si bien es cierto que esperamos que los que están abajo tengan un mínimo nivel de inteligencia. Pero en definitiva, a todo esto que comentamos podríamos darle una definición algo así como el “síndrome del tatoo”.
    Un abrazo y muchas gracias, María (como siempre).

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  5. Hola, Josep:
    Bueno… Si te refieres a lo que creo que te refieres, pienso que formar un debate sobre ello es prematuro cuando todavía hay que definir una nueva plataforma. Quizá por eso y no sólo por mi desconocimiento sobre redes no he participado (salvo para asumir la necesidad y conveniencia de aportar primero contenidos y luego desarrollo, jejeje).
    Por mi parte y en este caso –si es que es el mismo- yo entiendo perfectamente la huella. Puede no obstante que esté equivocado, pero me ha parecido entender que no existen posturas absolutistas sino que se trata antes que nada de discutir (desde los miembros organizadores y en posterior consulta con los miembros) cómo estructurar la nueva plataforma, cómo difundirla posteriormente sin limitaciones a una sola red y a plantear un aliento a la participación. Por eso creo que es prematuro, aunque la propuesta inicial tenga indudablemente interés para todos (lo cual también es de agradecer). En definitiva, las cosas en su justo momento. Pero insisto: a lo mejor no voy por buen camino.
    Si te sirve mi opinión, creo que eres un buen organizador. Y si aun así crees que esa huella no ha quedado bien explicada, me brindo a hacer lo que esté en mi mano para dar mi parecer cuando conozca los oportunos planteamientos. Esta ventana es tuya.
    Te agradezco mucho esta aportación al artículo.
    Un abrazo, amigo.

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  6. Hola, Katy:
    ¿Verdad que con los niños nos acostumbramos a prevenir? Observamos esa actitud vigilante, lo que nos obliga a ponernos en guardia, es cierto.
    Como dices, todo se sabe. Lo malo es que en muchas ocasiones “todo se sabe según interese al repetidor de ondas”. Es una de las razones por las que hay que ir con cuidado, aunque sin llegar al nivel de Audrey Hepburn en “My fair lady”: ahí –estarás de acuerdo- ya sobrepasamos la línea de la sinceridad, tanto con los demás como con nosotros mismos.
    Muchas gracias por tu aportación, Katy.

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  7. Hola Germán:

    Simplemente genial. Una profunda reflexión que yo me he hecho muchas veces, no sólo en la red sino en la vida en general. Creo que todos somos conscientes de ello, pero pocas veces lo manifestamos. Todo puede influenciar a todo y las influencias de otros cada uno lo pondrá en el contexto que más le convenga (no necesariamente en el que el emisor quiso hacerlo)Al igual que tu, se de lo que habla Josep Julian, y hay cosas que no acabo de entender en esa seudo polémica que se ha montado por tener puntos de vista diferentes sobre un asunto. Si no me pronunciado en la actual plataforma sobre ello ha sido por falta de tiempo, no por no tener influencia que ya doy por hecho que no la tengo ni la busco.

    Como dice Josep Julian todo esta escrito y por sus hechos los conoceries, nos conoceremos.

    Enhorabuena, es más: cojonudo.
    Un abrazo

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  8. Hola, Fernando:
    creo que la cuestión está en "ser conscientes de que no siempre somos conscientes" de la influencia de nuestras acciones o palabras. Porque efectivamente, esa percepción no es siempre de ida y vuelta.
    Con respecto al debate (si es al que nos referimos) lamento la descontextualización a la que alude JJ porque me consta que no es un tío amigo de polémicas. Pero en cualquier caso, tengo claras tres cosas: la primera, que no soy autoridad para opinar sobre la idoneidad o no de la propuesta, porque nadie más alejado que yo del conocimiento de las distintas redes; la segunda, que intuyo -sólo intuyo- que hay primero otras necesidades de consolidación (y yo mismo me he puesto como ejemplo de inoperancia en la plataforma, porque no he sabido cómo aportar); y la tercera, que quien mamó la iniciativa y me invitó a ella fue JJ. De acuerdo, todo ello sin desmerecer la buena voluntad del ofrecimiento... pero creo que aquí la cuestión no radica en sus inicios y parece más la madeja que el hilo. Afortunadamente, yo no observo posturas atomizadas. Por eso, escrito o no, no creo -espero, vaya- que "llegue la sangre al río".
    En cualquier caso, muchas gracias por tu comentario, Fernando.
    Un abrazo.

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  9. El efecto domino sorprende al que empujo la primera ficha.

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  10. Nos acomodamos en nuestro rol, despues mucho más tarde, nos vamos dando cuenta de la distinta lectura que ofrecen nuestras actuaciones, y entonces... Nos quedamos con la boca abierta.

    Un abrazo.

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  11. Qué interesante y animado está esto, Olé, Germán, has hecho un post de categoría, enhorabuena, me ha gustado mucho, y por lo que se ve, no soy el único (aunque el debate se haya trasladado en parte a otros lares).

    Por cierto que debatir, confrontar e incluso no estar de acuerdo en ciertas cosas es bueno, si todos pensásemos de la misma manera, no se avanzaría, no está mal que haya discrepancias.

    Quizás, como decía hoy Fernando López en su post, lo bueno es poder, dentro de esta "multilateralidad", poder tratarlas con corrección y de manera constructiva, y aprendiendo de los demás.

    Y "yendo al lío", es decir, volviendo a tu post, estoy de acuerdo, muchas veces no somos conscientes de que nuestros actos, palabras o silencios pueden ser interpretados por otros de maneras distintas a lo que nosotros pretendíamos (o ni siquiera pretendíamos), por lo cual no está de más tratar de aplicarse aquello de la mujer del César.

    Un abrazo
    Pablo

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  12. Hola, Gabi:
    afortunadamente, en la mayoría de las ocasiones sí obtenemos percepción de nuestras acciones. Lo malo es cuando ocurre lo del juego famoso: empiezas con la frase "ayer me fui a cenar" y después del ruedo la frase se convierte en "Germán quiere cargarse a un camarero". O que digas "Kanouté juega como los ángeles" y se entienda "me acosté con Mª Angeles".
    Pero sin duda, el sentido de la cosas siempre puede esclarecerse.
    Gracias por participar, Gabi.
    Un abrazo.

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  13. Hola, Pablo:
    simpre. Siempre serán buenas las discrepancias que hagan aportar otros puntos de vista, siempre que así se entiendan las discrepancias. Es bueno que se debata, es bueno que se analicen opciones y es bueno recibir y -por qué no- ralentizar propuestas hasta estudiarlas con la oportuna reflexión, claro que sí.
    Tu conclusión sobre el artículo me parece acertada, siempre que no cambiemos nuestra personalidad y opiniones. Podemos moldearla, pulirla e incluso modificarla paulatinamente siempre que sea en base a la experiencia y a la reflexión. Prematuramente sería, como le comentaba a Katy, fingir abordando el camino del engaño.
    Muchas gracias por tu aportación, Pablo. Toda ella, toda, es muy válida.
    Un abrazo.

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  14. Hola Germán:
    Aunque no soy muy dado a ello, replico mi comentario a la vista de los siguientes que se han suscitado.
    Sí que me refería a lo que crees que me refería, pero mi comentario no buscaba otro foro en el que propagarlo ni mucho menos, sólo que me parecía que al hilo de tu entrada (considerada en sí misma) lo que tenía que decir era apropiado.
    Por ello pido disculpas.
    Un abrazo.

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  15. Hola, Josep:
    sé que tu pretensión no ha sido centrar el tema en ese asunto. Como ves, he sido yo el que te ha cogido un testigo que no mostrabas porque efectivamente lo que ocurría venía a colación con el tema. Si acaso soy yo el que debería de pedir disculpas por incidir, en los comentarios, hacia el asunto... de modo que vaya por delante a quien corresponda que si alguien piensa que has aprovechado alguna circunstancia, sólo debe leer entre líneas para comprobar lo que digo.
    Y dicho esto, permíteme reafirmarme en todo lo dicho aquí y en otras páginas: el proyecto es bueno, lo coorganizas bien y las cosas, en su momento (me atengo al último apartado del punto 9 del Manifiesto CC).
    Un abrazo, Josep.

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  16. Cuando antes hacíamos algo en un ámbito tan concreto como, por ejemplo, el de la educación, siempre se decía que la profesión docente era muy poco agradecida porque tú podías sembrar y no ver el fruto que quizás sería recogido por otra persona y en otro lugar. Te creías lo del "efecto mariposa" a la luz de lo que contaba la mecánica cuántica y poco más...

    Ahora nuestra capacidad de influencia se ha disparado con el advenimiento de tecnologías que permiten el acceso y seguimiento ubicuo. Creo que es una buena noticia en el sentido de que aquellos que creemos en unos valores más humanos que los predominantes en la realidad, si nos observamos seriamente a nosotros mismos y a nuestros comportamientos, tenemos más capacidad para influir en el mundo.

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  17. Hola, Alberto:
    la consciencia de nuestra influencia por medio de la tecnología nos obliga a recoger y analizar el efecto de nuestras acciones. El problema, según quería hacer mención en el artículo, es cuando nos encontramos en situaciones en las que desechamos inconscientemente la percepción del entorno y este, de forma deliberada o equívoca, modifica la naturaleza del mensaje. Pero estoy de acuerdo contigo en que hoy tenemos más armas para autoevaluarnos por medio de la tecnología. Bien usada, es un gran provecho.
    Gracias por pasarte y dejar tu comentario, Alberto.
    Un abrazo.

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