El carácter del hombre quedaba absorbido hasta el extremo de verse envuelto en un torbellino mental que ponía en duda y amenazaba toda la escala de valores que hasta entonces había mantenido. Influido por un entorno que no reconocía el valor de la vida y la dignidad (1) humanas, que había desposeído al hombre de su voluntad (2) y le había convertido en objeto de exterminio (3) (no sin utilizarle antes al máximo y extraerle hasta el último gramo de sus recursos físicos), el yo personal acababa perdiendo sus principios morales. Si, en un último esfuerzo por mantener la propia estima, el prisionero de un campo de concentración (4) no luchaba contra ello, terminaba por perder el sentimiento de su propia individualidad, de ser pensante, con una libertad interior y un valor personal. Acababa por considerarse sólo una parte de la masa de gente…
Este es un párrafo de “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl. Este catedrático de neurología y psiquiatría pasó mucho tiempo prisionero en los campos de concentración nazis, lo que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Pero lo que me ha llamado la atención ha sido el bloque que una reportera de la Cuatro ofrecía hoy mismo en el programa de Concha García Campoy y que me ha recordado el contenido de esta obra. En este programa, se muestra a unas familias cuya situación (tras un larguísimo espacio de tiempo buscando infructuosamente trabajo) es desesperante hasta el punto de que las propias personas sienten una anulación completa de sí mismas, no sólo en el terreno profesional sino en su propia autoestima de cara a las relaciones sociales más cotidianas.
Sin ánimo de dramatizar hasta extremos, cambiaría las frases subrayadas en el párrafo del libro del Dr. Frankl por las que se enumeran a continuación:
- La experiencia y los años en la empresa
- Trabajo
- Elemento que había dejado de ser útil
- La persona que llevaba un largo periodo buscando trabajo
Lo que me hace acudir al prólogo, en el que se cita una aspiración que, más que recurrente, puede ser testimonial de la capacidad humana y podría ser nuestro apoyo, aunque ciertamente efímero, para las personas que están pasando una situación angustiosa:
La última de las libertades humanas es la capacidad de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias. Esta última libertad, admitida tanto por los antiguos estoicos como por los modernos existencialistas, adquiere una vívida significación en el relato de Frankl. Los prisioneros no eran más que hombres normales y corrientes, pero algunos de ellos, al elegir ser “dignos de sufrimiento”, atestiguan la capacidad humana para elevarse por encima de su aparente destino.
Elevarse por encima de su aparente destino. Nada más y nada menos… Sin embargo, yo quiero interpretarlo como una nueva reivindicación del propio individuo. Son momentos de “desconsiderar” las circunstancias externas y centrarnos en los valores de las personas con excepción de su resultado/rendimiento, porque no son las circunstancias actuales las que deben proveernos de un statu quo de referencia. Los indicadores, las variables, los ratios profesionales están trastocados en este momento y por eso, a lo largo de este periodo más que nunca, el valor intrínseco del individuo es mucho más importante que el extrínseco. Transcribiendo desde su blog a mi amigo Pedro López, que más que biólogo ha pasado a ser un filósofo de pro:
Esta ha de ser la fundamentación -de ida y vuelta- que hace al humano diferente de los animales: tiene dignidad. Que no es algo concedido en virtud de un pacto social –do ut des-, sino que ha de tener una fundamentación intrínseca, no fruto de un consenso, sino algo que le es propio, que lo constituye. Pero esta fundamentación, si no la podemos encontrar en la propia sociedad, aún menos la podemos abordar desde una perspectiva “fisicalista” o “biologicista”. Ha de ser otra, y, tiene que tener un fundamento ontológico, más allá de una graciosa cesión social o de la naturaleza.
Pero señores: ¡si cualquier pardal aparece hoy en día con un 318i !
Incursionar en tus letras es navegar enre filosofías y adentrarme también en momentos de introspección con análisis crítico pero objetivo.
ResponderEliminarMe has encantado.
Un abrazo amistoso!
Hola, Lully, bienvenida:
ResponderEliminarSi cualquiera de nuestros textos motivan reflexiones interiores -independientemente del tema que tratemos-, si su orientación es en el fondo una búsqueda de mejorar criterios (profesionales o personales), todos los que usamos el teclado habremos cumplido con el objetivo de, como defines, la introspección.
Un cordial saludo.
Conocía el trabajo del doctor Frankl pero me ha gustado la yuxtaposición de conceptos que nos has propuesto en tu entrada.
ResponderEliminarEl valor intrínseco es estructural mientras que el extrínseco es, y no puede ser de otra manera, coyuntural.
Un saludo.
Hola, Josep:
ResponderEliminarY es que la coyuntura que envuelve al supuesto valor está rodeada de innumerables variables. Como dice mi cuñado, "hoy estás en la cumbre y mañana estás en el fango". Por eso el valor es supuesto, cuando no efímero, si se trata del extrínseco y el que en mi opinión tiene el verdadero peso (máxime hoy en día) es el intrínseco.
Gracias por tus comentarios, Josep.
Un abrazo.
k asaaa lokoooooooo
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