"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"

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sábado, 14 de abril de 2012

Titanic, S.A.

“Dígales a quienes respondan que nos vamos a pique por la proa y necesitamos ayuda inmediata”.
El capitán del Titanic ordena con serenidad al oficial de radio que emita un mensaje desesperado. El constructor del barco confiesa a la protagonista de la película que el barco se hunde. “Dígaselo a la gente de su confianza, pero sólo a ellos. No quiero ser responsable de que cunda el pánico”. Un oficial sugiere al capitán que se ordene que mujeres y niños suban los primeros a los botes salvavidas. El buque más cercano se encuentra a cuatro horas de trayecto del punto en donde el mastodonte comienza a sumergir sus tripas.

Todavía no se aprecia más que el desconcierto. Todavía no ha comenzado el pánico. Sólo las situaciones particulares en los personajes comienzan a presentar el incremento en dramatismo y de ahí… al miedo. Los botes comienzan a abandonar el barco. No serán tantos los privilegiados: no hay suficientes embarcaciones de salvamento y algunas de las que hay sólo son ocupadas en un 30% de su capacidad. La mayoría de aquellos menos “influyentes” no escaparán a un destino terrible.

Muchas empresas son hoy como grandes barcos a punto de hundirse. Se han encontrado con su traicionero iceberg, una crisis desgarradora que tiene aristas afiladísimas (especialmente en nuestro país). Los directores de área necesitan ayuda inmediata: de refinanciación, de ideas, de recursos productivos, de… de lo que sea. De quien sea, provenga de donde provenga, pero inmediatamente (“nos vamos a pique por la proa y necesitamos ayuda inmediata”). Hay información confidencial en las cúpulas empresariales, en los balances, en los extractos, en los cierres… Llamadas desde una delegación a otra (“¿cómo vais vosotros por ahí?”), comentarios cruzados entre directivos regionales, demasiados cuchicheos que cada vez lo son menos. Ningún alto responsable mostrará a las claras la situación real interna aunque día a día sea más difícil ocultar la evidencia (“dígalo a la gente de su confianza pero evitemos que cunda el pánico”).

Ahora, los distintos departamentos se ven cada vez más desasistidos ante sus propios problemas (financiero, material, de personal, de comunicación…). Comienzan los abandonos, la desmotivación, el descenso imparable de los resultados. Y empiezan asimismo los despidos. Se preparan expedientes de regulación de empleo que irán afectando a trabajadores menos cualificados, menos necesarios o con menor antigüedad y seguramente vaya consumiendo en orden ascendente a varios estrados laborales en la empresa.

El Titanic se hunde. Una empresa de tal prestigio, con otrora enorme posicionamiento, está prácticamente desahuciada. Todo parecía ir bien y daba la impresión de que su solidez estaba a prueba de bomba. ¡Tantos años para construir aquella superestructura! ¡Tanto esfuerzo, tanta inversión…! Pero por desgracia, tenemos muchos “Titanic” en nuestro panorama empresarial.

11 comentarios:

  1. Un buen post y perfecto para ilustrar el panorama empresarial que tenemos.
    Un abrazo y buen domingo

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  2. Gracias, Katy. Me gustaría no haber encontrado paralelismo entre película-suceso y situación actual. Lo peor son los millones de dramas anónimos que supone.
    Un abrazo.

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  3. Hola Germán:
    Esto de la mal llamada crisis va a durar mucho, por lo que me temo que poco a poco van a ir desapareciendo todos o casi todos los Titanic.
    Un abrazo.

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  4. Hola, Javier:
    la mayor desgracia es que esos hundimientos conllevan desconocidas y dramáticas historias personales y familiares que no conocemos pero que ya intuimos.
    Un abrazo y gracias por tu comentario.

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  5. Muy bueno el paralelismo Germán. Coincido con javier en que desaparecerán muchos titanics, pero también intuyo que se constuirán nuevos barcos que nada tendrán que ver con el Titanic. Lo triste de todo, como apuntas, que en el hundimiento actual hay muchas historias dramáticas de gente que se embarcó y se hundió con todo el equipo.
    Un abrazo

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  6. Que así sea, Fernando, porque vuelven a hacernos falta Titanics que resistan. Que se construyan, que alberguen posibilidades para el desarrollo de muchas personas, que pongan sistemas de vigilancia anti-icebergs más efectivos o que no arreen a toda máquina en travesías dudosas. Estos que se nos hunden están dejando demasiados dramas personales desde hace ya mucho tiempo pero me temo que habrá que ser pacientes hasta ver que nuestras empresas salen a flote y comienzan a crecer.
    Un abrazo.

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  7. ¡ESTUPENDO GERMAN!!!
    Solo te ha faltado decir que el capitan del Karpatia se llamaba Merkel!
    Cuidate

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  8. Sí, José Luis, pero estaba demasiado lejos. El bicharraco tardó como diez veces más en hundirse (aguantando, aguantando...) pero el destino era inevitable.
    ¡Que no nos pase ná!
    Un abrazo.

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  9. Ya sospechaba que toda la culpa no era del iceberg...

    Un abrazo!

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  10. Los iceberg están para tenerlos en cuenta, Gabi.
    Gracias por pasarte. Un abrazo.

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