"No emplees tu tiempo sólo en trabajar. Úsalo también para convencer... y generar así los acuerdos"

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lunes, 9 de abril de 2012

Amor incondicional en la red

Últimamente me molesta demasiado el buenismo gratuito. No, no se trata de la común tendencia a lo políticamente correcto (un término que sólo define el “no lo digo para no molestar”) sino de una actitud que se asemeja a la de aquel que se ha tomado diecisiete whiskys: de repente, quiere a todo el mundo y suelta besos a diestro y siniestro. He leído muchos “Muacks!” escritos en los muros y comentarios de personas a cuyos destinatarios rajan posteriormente sin piedad en reuniones cotorriles de la vida real (oscuros pasillos que no por ello ahuyentan a los testigos). El plano ha cambiado. La comunicación es ahora real y por ello se pone -tozuda- de manifiesto.

¿Es verdad que pretendemos dar una imagen distinta en la pantalla de un ordenador? Quizá, al ser conscientes de que nuestras expresiones y actitudes quedan expuestas sin reparo inmediato (aun borrando la entrada, el delito ha podido quedar de manifiesto) pretendemos poner nuestra mejor cara porque la foto se va a disparar. Salta la liebre cuando el cruce de opinión surge en el verdadero cara a cara. De repente queda difuminado tanto "buen rollito" y nuestro personaje va desdibujándose para dejar paso a la persona real.

Ni soy analista de redes sociales ni conocedor de la sociología, pero me tengo por observador de grado medio. Y ocurre. Demasiado “amor” en la red, demasiados buenos deseos como si constantemente viviésemos en la Nochebuena eterna. Vale: no está mal que inundemos nuestras almas de tales buenos deseos para todo el mundo, que nos prestemos a abrir nuestros corazones a la humanidad entera… pero no me negarán que tanta venta de miel sin panales huele a importación de producto industrial con etiqueta “Hecho a Mano” más falsa que el beso de Judas.

Que sí, que al final suena demasiado a esos “a ver cuándo quedamos” (pues ya mismo, melón/a, que para tomar un café en la misma ciudad bastan quince minutos) o los “qué ganas tenía de verte” (¿cómo? ¡Pero si vivimos a cinco paradas de distancia!). Y es que se elevan al superlativo las manifestaciones de afecto, tanto que en la mayoría de los casos a un servidor le parecen artificiales. Y no voy a entrar en el apartado del halago porque Blogger me tendría que cobrar por el espacio ocupado (aunque sinceramente no tendría fuerzas para completar un artículo de esa índole).

Ustedes me perdonarán, porque sé que no es “políticamente correcto” decir que… no me creo -casi- nada.

10 comentarios:

  1. Pues me ha gustado mucho Germán. Todo dependerá de la persona, pero si es cierto que "la red" invita a ese buen rollismo o también puede ocurrir que se encuentren afinidades que en otros lugares no se expresan. No lo sé. Para mi, que cada cual actúe como crea conveniente con sus palabras o sus silencios.
    Un abrazo



    Un abrazo

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  2. Gracias por tu comentario, Fernando. Hombre, es cierto que todo depende de la persona pero te aseguro que hay casos de flagrante dicotomía cuando se salta de una esfera a otra. Cosa distinta es el hecho de que una persona se cohíba menos escribiendo en un teclado que actuando en persona, ahí tienes toda la razón.
    Por cierto, he tratado de dejar un comentario en tu artículo "Así es la vida" pero (no sé por qué) no he podido. Lo intentaré de nuevo.
    Un abrazo, Fernando.

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  3. Hola Germán
    Real como la Red misma...
    me imagino que la exolicación es multifactorial...Unos por superficiales, otros por indestructibles, aquellos por anonimos y los de más allá porque es lo que se lleva....
    Pero ciertamente, esto es como el reino de las hadas del Norte.
    Cuidate

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  4. Gracias, José Luis. Sí, pongámosles las variables que nos dé la gana pero algunos/as proclaman amor incondicional y... vete tú a saber el motivo de tal profuso afecto. En el fondo (aunque comience la entrada con un "me molesta") me divierte algo. Aunque a veces el asunto se pasa de meloso.
    Un abrazo.

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  5. La duda es una buena consejera. No hay que creerse casi nada salvo los hechos. Estoy de acuerdo en parte contigo.
    Más cuando llevas tres años por estos lares, comentando en cientos de blogs diferentes forzosamente dejas algo tuyo y las personas terminan conociéndose. O si no es así eres un genio del desdoblamiento. ¿Para que engañar si no hay dinero por medio?
    Sé por experiencia que "Nadie da lo que no tiene" .
    En cualquier caso es una buen post para hacerse preguntas.
    Un abrazo

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  6. Hola, katy:
    en realidad los casos que he observado no provenían de la blogosfera sino de Facebook. El mundo del blog tiene entornos más definidos y por ende menos triviales que los que usualmente se ven en aquella red social. No es una crítica a la red en sí, sino al comportamiento de determinadas personas, quienes virtualmente se relacionan de una forma y en la vida real la cosa cambia misteriosamente (ojo, es gente que se conoce en los dos planos).
    Lo cual no quita para que me guste tu razonamiento.
    Un abrazo y muchas gracias, Katy.

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  7. Hola Germán:
    Este mundillo tan "enredado" no es fácil de gestionar o digerir, según el caso.
    Recordando el título de un post de J.J., "el baile de máscaras" está servido. No es muy diferente al que podemos disfrutar en la vida "cuerpo a cuerpo", pero su inmediatez si que lo hace más dado a la exaltación de la amistad "cibernética", como si cuatro conexiones diarias fueran equivalentes a cuatro cubatas bien cargaditos: al final, "cuenta conmigo pa' lo que quieras que aquí estoy para lo que necesites" y sobre todo en Facebook, o redes similares, donde queda tan bien marcarte un "japiverdei" rodeado de muchos besos y abrazos para alguien al que no hubieras felicitado si el "chivato de los cumpleaños" no te hubiera avisado.
    Pero tú no te envenenes por éso; la gente buena lo es por convicción y lo es siempre y en cualquier circunstancia; a los otros se les termina viendo el plumero.
    Un día, alrededor de mis veinte años, mi exsuegro dijo: "De lo que te digan no creas nada y de lo que veas, solo la mitad". Con mi gran cuota de juventud, inexperiencia e inocencia a cuestas, aquella frase me sonó a desconfianza pura y dura. Ahora, con otros viente encima pienso: los monos de Gibraltar no estan tan equivocados; ver, oir y toser con la mano por delante, jeje.
    Los aprecios no se traducen en "muaks", sino en abrazos de más de 5 segundos, en los momentos necesarios.
    Feliz semana, Germán...y que las sonrisas abunden.

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  8. Eduardo Gutiérrez14 de abril de 2012, 18:37

    Totalmente de acuerdo, Germán. Demasiados sobeteos de gente que luego no son capaces ni de conversar contigo cuando te ven o descubres miradas de soslayo ante tu presencia. Por no decir la cantidad de gente que se tilda de amigos y ni se conoce.

    Por eso, a veces, uno siente que se "despega" del carácter general de la red social. Y hablo principalmente del Facebook, porque el Twitter me lia tanto que no sé ni dónde estoy ni a quién ya he contestado, ni quién me ha preguntado hace seis días. Me lio, ya está.

    Ahora me explico por qué, cuando uno intenta mostrarse tal cual es, con sus momentos menos eufóricos o críticos (siempre que no sean políticos, que eso es bienquisto e incluso recomendable) lo tachan de cosas tan extrañas como de estar "alterado", "insultar demasiado" o estar demasiado "estresado".

    En fin, que yo no puedo cambiar el tono de la red social, pero tampoco puedo cambiar mi forma sincera de expresarme.
    Gracias por esta reflexión tuya (sinceramente, no por ofrecer mi trozo pasteloso)

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  9. Hola, María:
    “Exaltación cibernética”. ¡Qué concepto más acertado! Bueno, la verdad es que muchos japiverdeis, besos y abrazos pueden tener cierta disculpa cuando aceptamos que nuestra “socialización” para por muy diversas maneras de formulación… si bien es cierto que algunas las hay más que ridículas, pero eso no es más que una opinión. Con sinceridad: soy un verdadero despistado y de no ser por el chivato yo mismo no habría felicitado ni a mis amigos más cercanos. Pero no, mujer, no me enveneno. Como decía a José Luis Montero, en el fondo hasta tiene su gracia.
    Tú precisamente eres de las personas que –aunque no personalmente- más conozco. ¿Te acuerdas de tus cartas durante la enfermedad de Germán? Tintines sinceros y muy agradecidos por parte de Almudena y mía.
    Sí, María, tienes el mayor de los créditos cuando defines los aprecios. Son así y yo sé que eres así.
    Un abrazo muy fuerte, amiga mía.

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  10. Hola, Eduardo:
    Jajaja… Voy a empezar por el final: a ti sí que te conozco personal y virtualmente. Por eso sé bien que no: que no puedes cambiar tu forma de expresarte (¡si hasta hemos podido leer entradas “políticamente incorrectas” en tu muro!) y que no hay trozos pastelosos en tus opiniones, comentarios y respuestas. Te las he leído a reconocidos y admirados “dinosaurios” en el mundo del doblaje pero a ti no te hacen falta tretas melosas porque eres uno de ellos.
    Risoterapia, Eduardo, risoterapia. Es la forma de no desvincularte motivacionalmente en la observancia de ese carácter general de la red. Como dice mi amiga canaria –por cierto, nos has dado envidia frente a un refresco en las terrazas de su tierra-, “la gente buena lo es por convicción y lo es siempre en cualquier circunstancia; a los otros se les termina viendo el plumero” (ella también es una de las personas más sinceras y amuebladas que conozco).
    Muchas gracias por tu comentario, Eduardo. Bienvenido a esta tu casa.

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